El Fórum de las Culturas se consolida
El viernes pasado tuve la oportunidad de visitar el Campamento de la Paz del Fórum de Monterrey, en México. Allí conviven, durante unos días, niños de Beirut, Chicago, San Pedro de Sula, Valparaíso, Maputo, Casablanca, Salvador de Bahía, Nápoles, Monterrey y Barcelona, en una experiencia similar a la que se llevó a cabo en nuestra ciudad durante la celebración de este encuentro internacional. Uno de los niños del Campamento mexicano me preguntó en qué se había inspirado Barcelona para crear el Fórum. Yo le contesté que el Fórum de las Culturas fue una idea colectiva, que representó la ilusión de toda una ciudad. Una urbe que en los últimos años se había vuelto diversa y que creyó que el resto del mundo también podría vivir entre la tolerancia. Algunos de los niños comentaron entonces sus experiencias de estos días: "Somos gentes de distintas culturas y podemos vivir juntos sin tener problemas". En nuestra conversación, yo les pedí un favor, que esta idea que estaban aprendiendo, que esta posibilidad de convivencia, la divulgaran en el mundo.
El Fórum de Monterrey es tres veces más grande que su antecesor y lo han visitado más de tres millones de personas
Tres años después del Fórum de Barcelona, el de Monterrey me ha impresionado, y no sólo por sus dimensiones. Es tres veces más grande que su antecesor y este fin de semana ya lo habrán visitado tres millones de personas, que han tocado los mismos valores que trabajamos en Barcelona, con algún matiz. Nosotros hablamos de diversidad, paz y sostenibilidad y ellos han añadido el conocimiento, y sobre todo han puesto énfasis en la situación de los emigrantes, que es un problema concreto del país. Esto nos demuestra que el Fórum de las Culturas ha crecido, que está madurando. Para los que creemos en estos valores, el éxito de Monterrey es una gran noticia, y para los que creemos en el concepto del Fórum, es estimulante ver que cada ciudad aplica su propia fórmula sin cambiar el sentido de este encuentro. Es bueno que el Fórum no sea un modelo hermético, clónico, sino un proyecto vivo y compartido.
Como la experiencia es un grado, el Fórum de Monterrey ha mejorado algunos aspectos prácticos. Es un espacio absolutamente abierto y gratuito, con múltiples posibilidades. Impresiona ver cómo la capital industrial de México ha transformado el espacio de una antigua fundición de acero -estrenada en 1900 y que funcionó hasta 1980- en un gran campus de cultura. Las exposiciones son excelentes. Y todo lo que se ha construido será útil después del Fórum, porque los pabellones pasarán a ser equipamientos dentro de un parque inmenso. Así que la renovación urbana se ha hecho con el mejor de los criterios: será un espacio de uso social, para la gente. De alguna manera, este uso público del espacio del Fórum es parte de los valores que el acontecimiento representa, porque el espacio público, en la ciudad, es el escenario donde se vive la democracia, la paz, la tolerancia, la diversidad.
En las próximas semanas volveremos a reunirnos con el gobernador del Estado de Nuevo León, José Natividad González, para evaluar los resultados de Monterrey -también de Barcelona- y la Fundación Fórum tendrá que decidir cuál será la siguiente ciudad que lo albergará. Hay varias candidatas: Valparaíso, en Chile; Durban, en Suráfrica, y Nápoles optan a ello. Me consta personalmente el interés del Ayuntamiento de Valparaíso, una ciudad universitaria que está volviendo a mirar al mar, una ciudad llena de vida cultural, que se plantea un reto muy simbólico: utilizar como espacio para el Fórum una antigua prisión y hacer coincidir la celebración con los 200 años de independencia de la República de Chile.
El viernes por la tarde, una niña de Casablanca nos enseñó una canción tradicional de su tierra. La escuchamos con respeto, junto a unos 100 niños de todo el mundo, niños de entre 12 y 14 años. Están viviendo una experiencia única: ahora saben, porque lo han vivido, que pueden ser diferentes e iguales al mismo tiempo. Me regalaron una camiseta, que guardo con cariño. Y también con orgullo. Con el orgullo de saber que aquello que hace tres años Barcelona propuso al mundo sigue su camino, crece, se desarrolla, entra en la conciencia de niños y adultos en otro continente, en otra tierra, en otro contexto. Ahora sí que estoy convencido de que el Fórum de las Culturas ha valido la pena.
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