El mejor plan B
El Sevilla encarrila su clasificación con una victoria en Bucarest protagonizada por Renato
El Sevilla de Manolo Jiménez está al principio del sendero. Pero al menos una quincena de metros sí que ha andado ya. Los que han ganado para su juego la pareja de los mediocentros. El trabajo de Poulsen y Keita se desarrolla ahora, metro atrás, metro adelante, alrededor de la línea que separa el terreno de juego en dos. En su viaje al corazón del contrincante han arrastrado a sus defensas, faltos aún de una voz con mando y hasta de una lista de nombre reconocible. De paso, el trabajo del escandinavo y el africano le resta muchos metros de carrera a los delanteros, tanto cuando apoyan la circulación del balón como cuando les toca rematar.
El Sevilla vuelve a ser un equipo difícil de encarar, que recupera sin necesitar tiempo para recuperarse y que, en ocasiones, es capaz de hilvanar los ataques incluso cuando el adversario aún tiene el balón en sus pies. La primera parte del encuentro de ayer frente al Steaua fue de los sevillistas en toda su extensión, un dominio que se fraguó en la contundencia y rapidez mental de los mediocentros, el émbolo en el que convirtieron sus respectivas bandas los laterales y la infinita capacidad de distribución de Renato. Lo único que se echó en falta fue mayor asiduidad con la red que defendía Zapata.
STEAUA 0 - SEVILLA 2
Steaua: Zapata; Emeghara, Goian, Rada, Nesu; Croitoru (Badea, m. 46), Petre, Lovin, Nicolita; Dica e Iacob (Surdu, m. 60). No utilizados: Cernea; Cristocea, Baciu, Marin y Zaharia.
Sevilla: Palop; Alves, Mosquera, Dragutinovic, Adriano; De Mul (Capel, m. 63), Poulsen, Keita, Navas (Hinkel, m. 88); Renato y Kanouté (Luis Fabiano, m. 68). No utilizados: De Sanctis; Martí, Koné y Lolo.
Goles: 0-1. M. 24. Renato remata el despeje de Zapata a un cabezazo de Poulsen. 0-2. M. 64. Renato culmina una fantástica jugada de combinación con Alves y Navas.
Árbitro: Herbert Fandel (Alemania). Amonestó a Emeghara, Kanouté, Adriano y a Rada.
Unos 10.000 espectadores en el Steaua Stadium, alrededor de 200 de ellos, seguidores sevillistas.
Keita y Poulsen socorren a los defensas y descargan a los delanteros
El presente del Steaua es lo más parecido a una maraca. Agitada además por un excéntrico multimillonario: Gigi Becali. Lacatus supone ya el tercer técnico de este curso tras Hagi y Pedrazzini, la pasada semana contrató a cinco jugadores de una tacada y ocupan un desacostumbrado séptimo puesto en la clasificación de la Liga rumana. Y ayer se le esfumaron casi todas las oportunidades no sólo de seguir adelante en la Liga de Campeones, sino incluso de jugar la Copa de UEFA. Hasta los espectadores prefieren dedicar su tiempo y su dinero a otros quehaceres más placenteros. Daba pena ver el estadio de todo un campeón de Europa con tan poca animación. Pero el juego del conjunto lo convertía todo en comprensible.
El Sevilla disfrutó de la pelota todo lo que quiso. En algunas ocasiones, hasta en exceso. No por falto de estética ni de oficio, sino porque no acaba de llevar al gol. Con Kanouté como único jugador en punta, Renato encontró un hueco en la alineación titular y su trabajo resultó espléndido. El brasileño ha sido el más dañado por la colosal irrupción de Keita en el equipo. A los entrenadores les basta ahora con el trabajo de Poulsen y Keita y el juego en vertical de Kanouté para armar el pilar maestro del conjunto. Renato es uno de esos futbolistas que juega como es, dulce, elegante, alérgico a los conflictos. No saca las uñas ni cuando algún compañero con mayor demagogia en su despliegue físico le roba metros y protagonismo en el juego del equipo. La suya es una situación sin culpables, fruto de la evolución de un equipo que, además, cada año descubre América con sus fichajes.
Renato es uno de los mejores planes B del fútbol europeo. Y además, mete goles. Dos hizo ayer, culminando dos buenas jugadas. La segunda arrancó los aplausos de los pocos aficionados que tiritaban en las gradas del Steaua Stadium, que demostraron que les gusta más el fútbol que enfadarse. Un ejemplo para las demás hinchadas. Entre las combinaciones entre Renato y Alves y un magistral taconazo del lateral derribaron a los centrales para cerrar el partido.
El Sevilla se puso ayer la clasificación para octavos de final de la Liga de Campeones a punto de caramelo. El próximo enfrentamiento con el Arsenal pinta mucho mejor. Los sevillistas buscan además una catarsis en ese encuentro. La derrota de Londres dolió de una manera especial, fue el principio de una racha pésima que llevó al equipo a la derrota consecutiva en cuatro partidos de Liga y al desquicie generalizado que llegó a amenazar la paz en un equipo que no puede reprocharse nada ni padecer que le reprochen.
El conjunto andaluz ha encontrado ahora en la Liga de Campeones un nuevo camino para recuperar la estima que había perdido y, sobre todo, el juego. Un camino que se antoja largo y del que, por lo menos ya ha recorrido una quincena de metros.
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