El pequeño Picasso
La Casa Natal del pintor malagueño reúne sus primeras obras
Uno imagina la concentración con las tijeras del niño Pablo Ruiz, que recorta siluetas de perros y palomas bajo la mirada de sus hermanas, de sus tías, de su madre, a sus ocho años y medio, en su casa de la plaza de la Merced. Por los mismos días dibujaba a lápiz palomas hogareñas en la azotea, polluelos alimentados por los padres, y un Hércules, dibujo de academia, como si copiara una estatua de yeso, con el brazo derecho repetido y dos tímidas mazas, y el pie izquierdo tachado por el niño prodigio, hijo de profesor de dibujo. Tiene nueve años. Uno imagina la lengua sacada, en gesto de concentración, o de burla, cuando Pablo traza meticulosamente la hoja de parra sobre el sexo y le pone a Hércules bigotes de senador o cliente de casino provinciano. Pronto, en La Coruña, adonde emigró el padre, iba a pintar burros obscenos en los márgenes de los libros escolares.
Volvían a Málaga para el veraneo, y Pablo Ruiz Picasso salía de excursión con su caja de pinturas, como un forastero que copia el paisaje. Aprendía a mirar la naturaleza. Sospechaba que dibujar con modelos de academia es amanerarse: sólo salían figuras falsas, forzadas, ridículas. En postales de 9 x 15 centímetros pintó durante los veranos de 1895 y 1896 los Montes de Málaga, unos árboles que parecen una visión africana, horizontes altos y nubosos sobre la tierra dominante, la luz sobre los cacharros de una cocina en el campo malagueño, un toro, una cabeza de toro. En La Coruña no había "ni Málaga, ni toros, ni amigos, ni nada". Allí el niño Ruiz Picasso pintó cosas admirables: el retrato del médico y antiguo ministro Ramón Pérez Costales, casero coruñés de la familia Ruiz, médico de Conchita, la hermana que murió de difteria. Pintó el interior de la casa del médico, el retrato de la enferma. Pintó una niña sentada con los pies desnudos. Entonces, según Picasso, su padre, pintor de palomas, dejó de pintar. Vasari contaba que Verrocchio abandonó la pintura cuando su discípulo Leonardo pintó un ángel mejor que los del maestro. Picasso venció a su padre con la pata de una paloma, no con un ángel.
En Málaga, en 1895, esbozaba una exaltación alegórica de la bandera española, sostenida por una trompetista volante e insegura, en lápiz, tinta y acuarela, y asentada en el nombre mayúsculo de Málaga. Aquí está ahora, en la plaza de la Merced, en la Casa Natal, en una especie de capilla en honor del niño genio que me recuerda el santuario donde se venera el cráneo de San Luis niño, rey de Francia, aunque San Luis murió cincuentón en el sitio de Túnez, durante la VIII Cruzada.
En Barcelona, en 1896, Picasso pintaba postales, mínimos óleos sobre tabla, por las que un rebaño de pinceladas blancas atravesaba la puesta de sol guiado por la mancha del pastor y su manto rojo. Y acertaba ya en la visión de un camino entre arbustos. En el verano malagueño de 1895 había pintado el estudio para el retrato de un viejo pescador, 34 x 29 centímetros, empeñado precozmente en adivinar el carácter e historia de su modelo, y a sus 13 años y medio acabó el Retrato de viejo pescador, espléndida figura o autorretrato de lo que habría sido su futuro como artista si se hubiera quedado en Málaga. Firmaba con el apellido del padre, Ruiz.
Picasso volvió a Málaga por última vez para las fiestas de fin de año de 1900. Viajó con su amigo Carles Casagemas, recién llegados de la Exposición Universal de París, y encontró poco calor familiar. Ahora se ven en su Casa Natal tres dibujos de la última visita a Málaga: dos bailarinas a lápiz sobre el escudo de la ciudad, como si copiara algún cartel ferial expuesto en una taberna, y en tinta sobre papel, unos toreros antes del paseíllo, 11 x 17 centímetros en los que caben, a pie de imagen, un picador y un toro que acude a la sangrienta cita con el caballo. Picasso escribió su nombre y dos apellidos en letras capitales, añadió la palabra Málaga, y dejó de usar en lo sucesivo el apellido paterno.
'Picasso de Málaga: años de formación'. sala de exposiciones de la fundación Pablo Ruiz Picasso. Plaza de la Merced, 15. Málaga. Abierta hasta el 3 de febrero de 2008.
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