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Reportaje:

De las manzanas al golf

Un pequeño pueblo del Rincón de Ademuz presenta un proyecto con una inversión de unos 200 millones

Allá por los años cincuenta del pasado siglo, Torrebaja, era uno de los destinos más solicitados de los comerciantes de frutas de toda España gracias a las manzanas Esperiega, una variedad autóctona de la comarca, que por sus características, una piel fuerte, las hacia aptas para resistir a toda clase de inclemencias. Pero ahora, las manzanas abandonadas en los árboles se han convertido en uno de los símbolos de la decadencia de la comarca.

Los vecinos tienen sentimientos encontrados frente al proyecto
El pueblo, de 500 habitantes, tendrá unas 900 viviendas más

Allá por los años cincuenta del pasado siglo, Torrebaja, era uno de los destinos más solicitados de los comerciantes de frutas de toda España gracias a las manzanas Esperiega, una variedad autóctona de la comarca, que por sus características, una piel fuerte, las hacia aptas para resistir a toda clase de inclemencias. Pero ahora, las manzanas abandonadas en los árboles se han convertido en uno de los símbolos de la decadencia de la comarca.

Ahora casi, como un adelanto del gordo de la lotería de Navidad, el pueblo (unos 500 habitantes), acaricia un macro proyecto urbanístico que por sus dimensiones y características, de realizarse, transformará vertiginosamente su paisaje.

El alcalde, Javier Varela, prototipo del edil ilustrado, para algo compagina los bandos con las clases de historia y pensamiento político en la UNED, y que repite mandato por el Partido Popular, es el encargado de abrir fuego, junto al diputado de turismo, Isidro Prieto, de la Diputación de Valencia y la pareja de arquitectos, promotores del complejo. "El objetivo -señala el alcalde- es mejorar las condiciones de vida de la población local a través del turismo de ocio y cultural". Un horizonte con más de 100 puestos de trabajo se dibuja en el salón de actos y en el cielo para una localidad donde las únicas industrias son una fábrica de embutidos y un pequeño polígono industrial que emplea a veinte vecinos.

Definido como "conjunto deportivo-cultural-residencial" aglutina campo de golf llamado ecológico, hotel de lujo, urbanización, escuela de hípica, apartamentos tutelados y otras actuaciones urbanísticas en el perímetro local. Como incentivos culturales se anuncian también un Aula de la Naturaleza y un observatorio astronómico. En el ambiente flota la sensación de que este puede ser el último billete para no perder el tren de la modernización del siglo XXI.

Lamberto López, vecino del pueblo, y que ha seguido con atención todo el desarrollo no oculta la trascendencia para Torrebaja y la comarca. "Esta ha sido una zona que ha contado muy poco para la clase política, poca población y por tanto poco peso, ahora por primera vez, existe una oportunidad de cambiar esta situación secular, no podemos perder esta posibilidad". Amando León, un jubilado que ha sido alcalde durante 13 años y que se declara con orgullo "de derechas", como otros vecinos está a favor del proyecto. "Es que sino esto se hunde y aquí solo quedamos los viejos para jugar al guiñote". Él, como otros del pueblo, ha entregado dos hectáreas para el futuro complejo y aunque todavía no ha cobrado está contento. "El precio está muy bien, porque pagan cuatro veces lo que vale", dice.

Entre las voces disonantes con el proyecto está la de Rosa de la Salud, una joven empresaria que junto con otras compañeras gestiona Riparia, una cooperativa dedicada a la restauración paisajística. Para Rosa, que es ingeniero técnico forestal, "el proyecto supone una ruptura total con la idiosincrasia de la comarca". "Solo pensar que están contempladas más de 900 viviendas para un pueblo que no llega a los quinientos habitantes, el cambio puede ser brutal", subraya. Carlos Soler Gras, uno de los arquitectos gestores del macro proyecto realiza una encendida defensa del futuro complejo y lo define como "un acto de amor y de respecto por el paisaje". Carlos Asensio, del grupo socialista, señala "que un campo de golf sin casas no es rentable por muchas etiquetas ambientales que se le quieran poner".

Aunque el proyecto todavía tiene que pasar por diferentes visados administrativos, que pueden dilatar entre uno y dos años su puesta a punto, ya cuenta con algunos candidatos, entre ellos un importante grupo internacional, con negocios inmobiliarios, industrias de reciclaje de basura y de energías renovables como principales frentes empresariales. Un proyecto que de realizarse se acercaría a una inversión entre 150 y 200 millones de euros y que todavía puede sufrir modificaciones.

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