"La guerra atenta contra cualquier racionalidad"
Federico Luppi (Ramallo, Argentina, 1935) protagoniza El guía del Hermitage, obra de Herbert Morote ambientada durante el sitio alemán a Leningrado (septiembre de 1941-enero de 1944). Vuelve al teatro para dar vida a Pavel Filipovich, guía empeñado en "mostrar a gente inexistente cuadros que no están", ya que han sido trasladados a los Urales para preservarlos.
Pregunta. Llevaba diez años alejado de los escenarios. ¿Por qué le convenció este texto?
R. Creo que es una obra estupenda, con buenas situaciones y un excelente humor. El drama está matizado. No se pone el acento en un dramatismo sensiblero o estruendoso.
P. ¿Los actores no son un poco guías que transmiten al público la obra de los dramaturgos?
R. El de guía sería un rol apetecible y responsable, pero no nos está muy concedido. Lamentablemente, la cultura nunca ha sido un supremo factor de cambio en la sociedad. Ha dibujado los telones de fondo, ha planteado con anticipación cosas terribles. El teatro, y el arte en general, son más incisivos que la política o la filosofía en ese aspecto.
P. La guerra es uno de los mayores enemigos de la cultura.
R. La guerra es enemiga de la vida. Es muy difícil que no atente contra cualquier atisbo racional o reflexivo.
P. ¿El arte es un buen asidero en tiempos de zozobra?
R. Sí, en la obra se plantea que en épocas de depresión, a todos los niveles, una herramienta para luchar contra la tristeza y el agobio de la muerte y la soledad puede ser la fantasía, adulta, incisiva y creativa.
P. ¿A un actor se le puede pedir cualquier cosa?
R. Sí. En términos de creatividad, de imaginación y de actitud voluntaria y disciplinada para encarar un personaje, un texto, no hay límites. El límite lo pone el talento, lamentablemente.
P. En 2004 dirigió su primera película, Pasos. ¿Piensa repetir?
R. Lo pienso todos los días, y lo deseo, pero es muy difícil, porque Pasos no gustó a nadie y eso en el mercado se paga muy caro.
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