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Reportaje:

El taxista Navas va de entierro

Un mapa de puntos negros reforzaría la seguridad, dicen los chóferes

F. Javier Barroso

Joaquín Navas arranca el coche. Pese a llevar 10 años en el taxi de los 45 que tiene, muestra cierto nerviosismo. Siete turismos por delante del suyo y un coche fúnebre azul claro repleto de coronas de flores. Dentro está el féretro de Daniel Aníbal Aguilera, el taxista de 50 años muerto a cuchilladas la madrugada del sábado en Hortaleza. "En estos momentos se siente rabia e impotencia. Querríamos hacer algo, pero nos damos cuenta de que no se puede. Sólo se puede dar el último adiós al compañero", confiesa Navas, dueño de una licencia para conducir taxis, con la voz algo quebrada. El cortejo fúnebre sale a la una y media de la tarde del Tanatorio Norte, en el distrito de Fuencarral, con una asombrosa puntualidad.

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Tres motos del Cuerpo Nacional de Policía abren camino. Tras dos coches de duelo de la funeraria y tres o cuatro particulares, arranca una caravana de taxistas. No son más de setenta. La familia de Aguilera ha pedido un entierro íntimo y las emisoras no ofrecen información a los conductores.

Hacía ocho años que no moría violentamente un taxista en Madrid. Eso no significa, decían los taxistas en el entierro, que no haya problemas. "Todos los días, alguno de nosotros sufre algún atraco. Sabemos que antes o después vamos a sufrir algún sobresalto", reflexiona Navas a bordo de su Peugeot 406 de cuatro años. Mientras, policías municipales cortan la avenida del Cardenal Herrera Oria y dan paso a la comitiva a la entrada de la carretera de Colmenar Viejo. Varios taxistas admiten que pasan miedo, que se plantean si dejar la profesión dado lo dura que es o si merece la pena seguir trabajando. Muchos de ellos no denuncian. Pierden más tiempo en la comisaría que el valor de lo sustraído, dicen. De ahí que las estadísticas policiales no reflejen "la auténtica inseguridad que sufrimos", afirma Joaquín.

"Hay demasiada burocracia detrás y uno sabe que al final no va a sacar nada en claro. La realidad de lo que está ocurriendo en la calle y lo que está sufriendo el sector no se refleja en las estadísticas", apostilla.

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El cortejo se abre paso con dificultad entre el resto de los conductores de la M-30. La mañana soleada de ayer llena la autovía. La velocidad es constante: 70-80 kilómetros por hora. Algunos conductores se paran al ver la hilera de taxistas. Otros, por el contrario, deben interrumpirla para incorporarse. Enseguida se incorporan al carril central para dejar libre la derecha.

En la conversación surge el debate de si la mampara que aísla al conductor es conveniente o supone menos clientela. Joaquín lo tiene claro. Muchos coches de los que homologa el Ayuntamiento no permiten instalar este sistema. Por ejemplo, vehículos con un habitáculo pequeño. Además, la separación reduce la comodidad de los viajeros. El precio de las mamparas oscila entre los 1.000 y los 1.250 euros, de los que el Ayuntamiento y la Comunidad subvencionan hasta 600..., cuando lo hacen: ayer, en el tanatorio, muchos profesionales se quejaban de que el Gobierno regional no ha soltado ni un euro ni para mamparas ni para GPS (que permiten tanto orientarse como conectarse con el 112) desde 2000. Este periódico intentó ayer sin éxito obtener la versión de la Comunidad.

"Y luego surge el problema del calor. Cuando un coche lleva la mampara, el aire acondicionado no llega bien al asiento trasero. El taxista tiene que ir helado para que llegue algo de aire detrás. Y si no lo haces así, el cliente se baja a los cien metros de haber subido", describe el conductor, que trabajó en transportes internacionales y en hostelería antes de decantarse por el taxi.

El cortejo avanza a buen ritmo. Pasa junto a la plaza de Ventas y se desvía por el lateral de la M-30 hacia O'Donnell. Allí, para facilitar el paso del cortejo, la policía ha cortado el tráfico de coches hacia Moratalaz y la M-40.

¿Y el sistema GPS conectado con el teléfono de emergencias 112? Muchos conductores no lo ven adecuado. Su instalación supone un desembolso cercano a los 3.000 euros, de los que el profesional podría recuperar hasta 700 vía subvenciones regionales. Pero no todo es tan fácil. La Comunidad limita a 1.000 el número de subvenciones anuales, que convoca, pero no paga, según los taxistas. Se tardarían 16 años en dotar a los 15.500 taxistas que hay en la región, según denuncia Santiago Cuevas, de la Agrupación General del Taxi de Madrid (Agetaxi, con 800 afiliados). "Además, conocemos bastantes casos en los que el sistema ha fallado y han contactado con compañeros que estaban durmiendo en su casa", afirma Joaquín.

El coche fúnebre encara la calle del Arroyo de la Media Legua, que rodea el cementerio de la Almudena, donde será enterrado Daniel. Algunos compañeros permanecen aparcados en los laterales a la espera del cortejo fúnebre. Al verlo llegar, se ponen en marcha.

"Hemos solicitado a la policía que haga controles a los viajeros en las zonas más problemáticas. Hemos pedido que hagan un mapa", detalla Navas, que rehúsa citar barrios concretos. "Otras veces, cuando ha muerto un compañero asesinado, la policía lo ha hecho durante la primera semana. Espero que ahora se lo tomen en serio. Hemos pedido que no lo hagan sólo con el cliente, sino también con nosotros. Así será menos traumático para los viajeros", añade.

La velocidad ha bajado y la entrada al camposanto se realiza de forma muy ordenada. Muchos taxistas deciden aparcar en la explanada que hay delante de la puerta principal. Otros estacionan junto a la capilla donde Aguilera recibirá un responso. Muchos saludos y apretones de manos. Casi todos se conocen.

El silencio casi se escucha en el cementerio. Los taxistas dejan de hablar cuando llega el furgón fúnebre a la puerta de la capilla. Aparca justo delante de la puerta de entrada, mientras los familiares y amigos de Aguilera esperan dentro. La mayoría espera fuera. Es el caso de Santiago Doval, el que daba trabajo a Aguilera. "Es un día muy duro. Entre nosotros no había una relación de jefe y trabajador. Éramos muy buenos amigos. Muchas veces nos íbamos a tomar una cerveza. Yo he ido a su casa y él ha venido a la mía, sobre todo, con su hija pequeña", recordaba Doval, que tan sólo pedía una cosa: la rápida detención del hombre que mató a su empleado.

El responso no dura más de 15 minutos. La viuda de Aguilera, una mujer rubia, sale de la capilla entre lágrimas. Arranca el Mercedes azul. El resto de compañeros va a pie hasta la tumba cercana donde descansará el taxista asesinado. Silencio. Y caras serias. "Que nunca más tengamos que volver a este cementerio por algo parecido", resume Joaquín Navas. De nuevo silencio.

Decenas de taxis aparcados delante de la entrada del cementerio de la Almudena durante el entierro de Daniel Aníbal Aguilera. 
/ álvaro garcía
El cortejo fúnebre, en la M-30.
Decenas de taxis aparcados delante de la entrada del cementerio de la Almudena durante el entierro de Daniel Aníbal Aguilera. / álvaro garcía El cortejo fúnebre, en la M-30.u. martín

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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