Avería en cercanías
Periódico nuevo, nuevo periodismo. Yo estuve allí. Nada de "yo pienso que", "yo creo que". Yo estuve allí. En el tren. Con un pollo repollo. Avería en cercanías. Parece un título de comedia de Martes y 13. Tal vez lo sea y no lo sabemos, como no sabía Truman que vivía en un show. Yo viajé de Madrid a Barcelona en tren. Eran las siete y cuarto en punto de la tarde y el tren se detuvo. Veinte minutos después, el tren seguía detenido. Los que no tenemos experiencia en la gran velocidad pensábamos: "Estará cogiendo carrerilla y ahora echará a correr". Pero los veteranos dieron la voz de alarma: "Esto va a ser que estamos parados". Diez minutos después llegó el aviso a través de megafonía: "Les comunicamos que estamos detenidos a causa de una avería". Importante aclaración: detenidos por avería. No era a mala leche.
Cundió al alboroto. Fumadores se lanzaron al lavabo. Hubo quejas, algún grito. Un conato de pelea. Pasó el interventor. Se le reconocía enseguida. Por el uniforme y porque repetía: "No lo sé, no lo sé, no lo sé". Era el interventor una exhalación entre los pasajeros que posábamos como para el Gernika de Picasso: caras deformadas por la angustia, brazos desesperados y una pregunta sin respuesta: ¿por qué? La voz del interventor se perdía a lo lejos: "No lo sé, no lo sé, no lo sé". Un machote desenfundó su tarjeta Vodafone. Se conectó a Internet. Informó al pasaje: "Otro tren se ha llevado por delante una catenaria. Tenemos para rato". El interventor ponía la gran velocidad en el tren detenido; pasaba corriendo: "No lo sé, no lo sé, no lo sé". La megafonía: "A continuación serviremos una bebida". El interventor: "Vamos a salir en diez minutos". Hubo vítores entre los nuevos. Los veteranos reclamaban la bebida: más vale zumo de naranja en mano. Tenían razón: media hora después, seguíamos allí, detenidos y sin Zumosol. En el lavabo se fumaba por turnos. A las diez de la noche se movió el tren. 500 metros. Se detuvo en la estación inmediata. A veinte kilómetros de Barcelona. El interventor: "No sabemos cuándo se resolverá la avería. No hay servicio de autobuses. Si tienen ustedes algún familiar que venga a buscarles en coche, se lo aconsejamos". Yo seguí el consejo. Tengo hermano. ¡Y ahí estuvo! ¡Viva él! Eso es una medida en pro de la familia. Al fin en casa, en la cama, con el runrún de la radio, en el duermevela, se confundían los lamentos y promesas de las autoridades con las cuñas publicitarias del Gobierno de España. -
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