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APUNTES

Huida de la clase magistral

Un puñado de profesores se adelanta al modelo europeo y apuestan por una experiencia creativa

Teóricamente, si algo aborrecen los alumnos de facultad -o eso dicen- es la tradicional lección magistral para una tropa de estudiantes. El proceso de Convergencia Europea que deriva del tratado de Bolonia se muestra radicalmente opuesto: según el espíritu que deriva del mismo, el estudiante debe participar de manera tan activa de la clase como también debe hacerlo el profesor. Por tanto, la potente abstención de alumnos que hoy se ha convertido en algo cotidiano se supone que debe terminar, del mismo modo que las típicas clases-rollo. Algo difícil de sistematizar, no obstante.

"Hay que ir más allá del examen, me gusta formar urbanistas con conciencia"
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Pero, ¿para qué sirve la encuesta del alumno?

"En los años noventa se establecieron dos complementos universitarios para el sueldo del profesorado, el de investigación y el de docencia", dice Alfredo Pérez Boullosa, director del Gabinet d'Avaluació i Diagnòstic Educatiu (GADE) de la Universitat de València. "El primero es selectivo, discrimina al buen investigador del que no lo es", explica Pérez Boullosa, "el de docencia se aplica incluso hasta a quienes se alejan de las aulas para dedicarse a la política".

Cuando lo que parece tenerse más en cuenta es la publicación en revistas científicas, la elaboración de clases personales -más aún si hablamos de asociados, con sueldos muy bajos- parece más un reto que una obligación. "Somos muchos los que queremos impulsar que se aplique un nuevo procedimiento que sirva para discriminar el trabajo en la docencia", explica el director del GADE.

Algo esencial, además, si es que se quiere competir con la oferta académica privada. Y también si lo que se pretende es que el alumnado obtenga una serie de valores humanos más allá de la especificidad profesional. "Yo no explico a mis alumnos las glorias de la tecnología", apunta Rafael Xambó, profesor de la Universitat de València en las carreras de Sociología y Periodismo. "Les explico las miserias del mundo y sus desigualdades". "Puede que a alguno esta perspectiva le resulte deprimente, pero intento que les ayude a pensar, a leer, a escribir". "En Periodismo, les paso un programa completo de la materia del curso; luego les descubro que no nos da tiempo a revisar todo, y selecciono para ellos un dossier de lecturas sobre los temas de mayor interés". "Lo van leyendo, y durante las clases les ayudo a entender lo leído". "Más tarde", añade, "deben utilizar esas lecturas para realizar seis ensayos, uno sobre cada uno de los temas primordiales de la asignatura".

Otro profesor, Jordi Sebastià, enseña Periodismo Cultural y de Sociedad saliéndose de los márgenes del aula. "Cuentan como prácticas de la asignatura la asistencia a determinados eventos -exposiciones, obras de teatro- que deben ser comentados en forma de noticia". "Procuro invitar a clases a portavoces de movimientos sociales poco representados en el academicismo tradicional". "Los estudiantes deben seguir la actualidad como harán cuando empiecen a trabajar", explica, "pero tampoco quiero que eludan el debate teórico". A su vez, en la Universidad Politécnica, hay que reparar en casos como el de Juan Antonio Marín, del departamento de Organización de Empresas, que ha llevado adelante clases prácticas en las que se trabaja en subgrupos pequeños. También Rafael Rivera, profesor de Urbanística en Arquitectura, demuestra en sus clases -que imparte a medias con el profesor Joan Olmos- que la innovación con fundamento abre perspectivas en la educación superior. "Me interesa, primero que nada, que los alumnos se den cuenta de que, antes de dar la asignatura, ellos ya están en posesión de conocimientos que les van a servir durante la carrera". "Intento generarles inquietudes, que se planteen preguntas antes de ofrecerles respuestas". "Hacemos debates mensuales, comentamos textos de autores y hasta de la prensa, intento que aprendan cosas que les van a servir para llevar adelante una vida profesional mejor, más conectada con el entorno y más humana". "Hay que ir más allá del examen", insiste Ribera, "me gusta formar urbanistas con conciencia, y dar a los alumnos tanto como les pido".

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