Una herencia envenenada

Me asombra el descaro con el que el Partido Popular vende su herencia económica y se desvincula del problema de la vivienda y de las hipotecas, como si el precio de la vivienda y el endeudamiento alcanzado por las familias españolas, que las hace ahora tan vulnerables a las subidas de los tipos de interés, no tuviera nada que ver con su herencia económica.

Llevo buscando vivienda desde 1999 y quizá por eso mantenga fresca la memoria. La herencia económica del PP es la economía del ladrillo, que, aprovechándose de que la vivienda es una necesidad, se alimenta del endeudamiento creciente de los propios españoles, a los que ha reducido a esclavos de sus hipotecas.

Su herencia es una economía profundamente injusta, porque el endeudamiento no es riqueza, es pobreza (espero que algún día alguien calcule y publique el trasvase y concentración de riqueza que ha tenido lugar en España con el boom inmobiliario). Es una herencia envenenada, porque es muy difícil de revertir. Y además es necia, porque acaba estrangulando a los demás sectores de la economía, y finalmente es insostenible.

Que la economía del ladrillo produzca riqueza es un espejismo. Ya estamos sufriendo las consecuencias de esta genialidad en Estados Unidos.