Un coro de miles de madrileños
El Teatro Real celebra su décimo aniversario con dos actuaciones multitudinarias en la calle
La plaza de Oriente se convirtió ayer a mediodía, cuando más pegaba el sol, en un inusual teatro callejero. El tenor Enrique Viana, ataviado con pesadas y ornadas vestimentas bermejas, dirigió las ceremonias del décimo aniversario de la reapertura del Teatro Real desde un escenario alzado para la ocasión en la explanada frontal al palacio, rodeado por una multitud entregada a la música.
En esta ocasión, fue la música la encargada de soplar las 10 velas. El escenario al aire libre sedujo a miles de madrileños, que se acercaron a las dos funciones que organizó el Real para celebrar su primera década. Fueron dos espectáculos musicales gratuitos: el primero, a la una de la tarde, y el segundo, a las ocho.
Las notas del 'Cumpleaños feliz' se mezclaron con Mozart, Verdi y Rossini
Enrique Viana presentó a la orquesta como si fuera una comunidad de vecinos
Las notas musicales estuvieron interpretadas por la Orquesta-Escuela de Música de la Sinfónica de Madrid y por las voces de Susana Cordón, Marina Pardo, Israel Lozano y David Menéndez, bajo la dirección de José Antonio Montaño.
Familias enteras asistieron al espectáculo didáctico lúdico dirigido por Enrique Viana, que presentó a la orquesta como una comunidad de vecinos. El tenor despejó las posibles dudas de madrileños y turistas sobre cada uno de los instrumentos de esta particular comunidad constituida por los músicos y sus instrumentos, cada uno, como en cada portal, con sus problemas y sus dificultades para ponerse de acuerdo.
Los instrumentos, en el espectáculo, vivieron en un bloque de vecinos con dos plantas y ático. Los más tranquilos, la familia del bajo, los De la Cuerda: las notas de violas, violines, contrabajos y cellos se sucedieron mientras el maestro de ceremonias explicaba a los chavales las diferencias entre ellos y entre las formas de tocarlos.
El primer piso fue el territorio de la familia De la Madera, descendientes últimos de instrumentos primigenios fabricados de este material, aunque el mestizaje les ha conducido a ser de metal, de plástico o incluso de cuerno. Era el piso en el que convivían flautas, fagots, clarinetes y oboes.
Los Metales, en la segunda planta, tomaron la palabra de uno en uno: trompas, trompetas, trombones y una tuba que mostró su personalidad con las palabras Mahler. Mientras, el maestro de ceremonias examinaba a los niños que observaban la actuación desde la plaza sobre las características de los instrumentos. Pero al final siempre acababan contestando los adultos.
En la planta más elevada, el ático, estaba la percusión. Triángulo, bombo, platillos y timbales presentaron sus respetos al público, uno tras otro.
Tras un silencio, todos los habitantes de la comunidad, presidida por el director de orquesta y su fina esposa, la batuta, alzaron sus voces al unísono como en cualquier reunión de vecinos. En esta ocasión no triunfó la discordia, sino que los acordes de la conocida obertura de La gazza ladra, de Rossini, llenaron los alrededores de la plaza de Oriente.
El público fue un coro tímido para el tenor, que solicitó de los asistentes que entonaran su voz. Viana alzó entonces la suya para dejar brotar de su boca el aria del duque de Mantua creada por Verdi, La donna è mobile, acompañado tras cada verso por el coro de turistas y madrileños.
Las del Cumpleaños feliz fueron las últimas notas que escucharon en la mañana los asistentes, reunidos en torno al escenario y rebosantes de las escasas sombras proyectadas por el Palacio Real.
La puesta de sol acompañó el comienzo de la segunda parte de la celebración musical. Sobre las tablas se volvieron a situar los jóvenes de la Orquesta-Escuela para acompañar las interpretaciones de Susana Cordón, Marina Pardo, Israel Lozano y David Menéndez, también dirigidos por José Antonio Montaño. Esta vez fueron las partituras de Mozart, Rossini, Bizet y Verdi las que se escucharon en los jardines de la plaza de Oriente. La celebración concluyó cuando los músicos dejaron desierto el escenario y el silencio de la noche tomó de nuevo la plaza de Oriente.
El 11 de octubre de 1997 reabrió el Real. Diez años después, el próximo jueves, un concierto reunirá a Jesús López Cobos, director musical del Real, ante la orquesta titular y a José Antonio Sainz Alfaro, que tomará la batuta frente al Orfeón Donostiarra, que también celebra el 110º aniversario de su fundación. Pero esto ya será tras las puertas del coliseo madrileño.
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