AURORA BENÍTEZ
La librería Albero es un caos. Ocho personas se afanaban ayer en retirar hojas de árboles y hojas de libros, cristales rotos y material escolar inservible. Su propietaria estaba dentro cuando llegó la riada, que le alcanzó el pecho. Había una madre con una niña de cuatro años, que la mujer se colocó a horcajadas sobre sus hombros. "El drama más gordo fue ver a esa niña llorando".
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