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Reportaje:Fútbol | Segunda jornada de la Liga de Campeones: Valencia-Chelsea y Sevilla-Slavia

Bajo la influencia del 'suplente de oro'

Smicer, bigoleador en la final que el Liverpoolganó al Milan, es el alma del Slavia de Praga

El hombre que vio la Copa de Europa en la cama juega en el Slavia de Praga. Vladimir Smicer es un futbolista de costumbres: a sus 34 años, no podía pensar en cambiar de país sin acompañarse de su colección de 500 botellas de vino. Tampoco en acabar su carrera en otro equipo que no fuera el Slavia de Praga, su club de siempre. Y mucho menos en hacerlo sin estar medio lesionado, el problema que ha marcado su exitosa trayectoria en Francia e Inglaterra. Smicer, juegue o no, representa la reserva espiritual de su equipo. Al líder que le llevó hasta la Champions a través de las eliminatorias de clasificación. Al centrocampista que convenció a Vleck, el goleador del Slavia, de que aquello era posible. Y al suplente de oro que inspira a sus compañeros camino de Sevilla, donde juegan mañana (Canal +, 20.45).

Smicer, acompañado de un puro "enorme, el más grande del mundo", abrió la puerta de su habitación la noche del 25 de mayo de 2005 y se encontró la Copa de Europa metida en la cama. "Vino con Stevie G", confirmó luego; "su novia no estaba aquí, así que en su lugar metió la Copa de Europa en la cama". El Liverpool acababa de ganar la Champions al Milan. Fue la noche loca de Estambul. Gerrard, el líder del equipo, celebró el triunfo llevándose la Copa a la cama. Y Smicer, al que Rafa Benítez ya había sentenciado, tuvo mucho que ver con que tuviera compañía: sustituyó a Kewell, marcó el segundo de los reds y, luego, el penalti de la victoria sobre el Milan. Una bomba.

No era la primera vez que Smicer cambiaba un partido. Famoso en Inglaterra por derrotar al Chelsea con un gol en el último minuto y adorado por la hinchada checa tras salvar a su equipo ante Rusia en el descuento durante la Eurocopa de 1996, Smicer acabó con el día grande de Robben saliendo desde el banquillo. Ocurrió en la Eurocopa de 2004. La República Checa perdía, desarbolada por el juego de banda de los holandeses. Los checos se jugaban la clasificación. Salió Smicer. Su selección concentró a cinco jugadores en el centro del campo. Robben no volvió a tocar el balón. Y el checo del Slavia marcó el gol del triunfo a dos minutos del final (3-2). La prensa inglesa lo eligió como uno de los cambios tácticos más determinantes de la historia del fútbol moderno.

Ahora Smicer busca su sitio en el equipo titular del Slavia. Su estado de forma es una de las grandes preocupaciones del cuerpo técnico. Siempre fue así para los entrenadores del checo. Tanto que, antes de volver a casa, al Slavia, y ser presentado como un héroe, llegó a plantearse la retirada, además de hipótesis inverosímiles para curarse de los males que recurrentemente afectan a sus rodillas y su espalda: "Los doctores me han dicho que el dolor de mi tendón de Aquiles está relacionado con mis dientes. Me han recomendado que me quite algunos, pero me da miedo el dentista".

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