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Crónica:Fútbol | Sexta jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Recuerdos de Capello

El Getafe abruma de principio a fin a un pésimo Real Madrid que logra una victoria milagrosa con un gol de Ramos

José Sámano

Alguien ha hecho vudú al Getafe y bendecido al Real Madrid. En el fútbol, como en todos los juegos, puntúa el azar, pero lo sucedido en el Alfonso Pérez resultó un misterio trinitario. El equipo de Laudrup puso el juego, tuvo alma y creó todas las ocasiones imaginables, pero sucumbió sin remedio ante un inmenso Casillas y quién sabe qué maleficio. El grupo de Schuster no expuso nada y cazó tres puntos con un tufillo capellista. Jamás gobernó el partido, se defendió de mala manera en las narices de Casillas y se estiró con la fiabilidad de un prestidigitador: un gol y dos remates a los postes. No hay pisadas de aquel Madrid que abrió el telón ante el Atlético y selló un buen segundo acto en Vila-real. Desde entonces, por mucho que haya hecho cumbre en la clasificación, su fútbol ha ido de mal en peor. Hoy se parece mucho más al equipo que fue campeón la pasada temporada que al estilista conjunto que se había programado para este curso.

GETAFE 0 - REAL MADRID 1

Getafe: Ustari; Pallardó, Belenguer, Cata Díaz, Licht; Celestini; Pablo Hernández, Casquero, Nacho (Kepa, m. 76); Del Moral y Uche. No utilizados: Galán; Mario, Alberto, Cotelo, Braulio y Sousa.

Real Madrid: Casillas; Torres, Cannavaro, Sergio Ramos, Marcelo; Gago (Diarra, m. 78), Drenthe (Guti, m. 57); Robinho (Baptista, m. 67), Sneijder, Robben; y Raúl. No utilizados: Dudek; Heinze, Balboa y Saviola.

Gol: 0-1. M. 66. Contragolpe que inicia Raúl con un pase en profundidad para Robben, que cede desde la derecha a Sergio Ramos, solo en el área, para que marque.

Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Gago, Sneijder, Kepa y Belenguer.

Unos 16.000 espectadores en el Alfonso Pérez.

Nadie salió tan mal parado como los dos pivotes: Gago, gripado, y Drenthe, disperso
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De vuelta a Getafe y con la visita a Roma del próximo miércoles subrayada en el calendario, Schuster hizo girar la noria y retocó todas las líneas. La apuesta del técnico alemán retrató de mala manera a algunos madridistas. No hubo noticias de Sneijder, ayer de enganche por detrás de Raúl, y mucho menos de Robinho, dimitido desde el calentamiento. Tampoco Robben, salvo su colaboración en el gol de Ramos -un tanto a lo Pirri, por bravura y decisión-, dio demasiadas pistas de lo que se espera de él. Pero nadie salió tan mal parado como los dos pivotes alistados por Schuster, Gago y Drenthe. El entrenador alemán trastocó de un plumazo una zona tan sensible y el Madrid se partió por el eje. Gago está gripado y en nada recuerda al joven general que despuntó en Boca. No hay rastro de aquel futbolista pulcro con la pelota, frenético en el quite y con un angular idóneo para marcar la cadencia de los partidos. El argentino es hoy un jugador desordenado que se atolondra con la pelota y sin ella. El caso de Drenthe es otro: no tiene cuajo para ser lateral y se le adivina como un interior de formas hiperbólicas, pero no sabe manejar el compás. Es disperso y desconoce las pausas. Le faltan años y vuelo, mucho vuelo, para procesar el juego. Por ahora, va por libre hacia ningún sitio.

Decapitado por el centro, el Madrid pasó un calvario de principio a fin. El Getafe no fue el huracanado Valladolid, pero le bastó desplegarse con armonía por los costados para abrumar a su adversario. Del resto se encargaron sus delanteros y Casillas, al que Cannavaro auxilió como nunca. Tres goles a favor en seis jornadas evidencian que el Getafe es un equipo de fogueo. Frente al Madrid generó dos docenas de oportunidades: puro barbecho. Entre medias, un cabezazo de Raúl que Ustari desvió al poste derecho y un remate final de Baptista con el mismo resultado. También el Getafe tuvo su ración de postes. Primero con un remate de Nacho en el arreón inicial y luego con un cabezazo de Cata Díaz al travesaño en el último suspiro. El grupo de Laudrup fue un calco toda la tarde. En realidad, un fiel reflejo de lo que ha sido desde la primera jornada: un equipo sin puntería que, según las estadísticas, precisa dos docenas de remates para marcar un gol. Frente al Madrid, ni así.

Hace semanas que el equipo de Schuster ha perdido maquillaje. Hay jugadores sin definir y algunos, caso de Diarra y Guti, no tienen secundarios. Por las orillas desfilan de forma desigual Higuaín y Robinho; Sneijder y Drenthe cambian de posición en cada choque y el relevo de Van Nistelrooy tampoco parece estar muy claro para el alemán. Soldado vive un exilio permanente y Saviola, pese a sus dos goles en la Liga, fue suplente en Getafe. Schuster prefirió adelantar a Raúl, que nunca se ha sentido cómodo como única diana de sus compañeros. Pero el capitán está iluminado y, al margen de su mencionado remate al poste, irrumpió en la jugada que condenó al Getafe. Al estilo Guti, asistió a Robben, que partió en fuera de juego, con un dedo de ventaja sobre Licht, su marcador. El holandés se encaró con Ustari y, de forma sorprendente, el único ariete que acudió a la cita fue Sergio Ramos, un central. Un tipo de futbolista que siempre cautivó a Chamartín, en la línea de Pirri y Stielike. El jugador total es así. Cuando no cabe otro pronóstico que un gol del contrario, emerge de la nada y noquea a cualquiera. En Sergio Ramos no es noticia. Ya acudió varias veces al rescate durante el último campeonato. Eran tiempos de Capello. El paisaje actual cada vez se parece más. Por fortuna para el espectáculo, Schuster tiene otro ideario. Quizá sólo sea cuestión de paciencia. Crédito tiene.

Robben abraza a Sergio Ramos tras el gol de éste.
Robben abraza a Sergio Ramos tras el gol de éste.CRISTÓBAL MANUEL

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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