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Entrevista:JOSÉ MARÍA RUIZ SOROA | Abogado y escritor

"En democracia no existe un derecho ilimitado a decidir"

El abogado y escritor José María Ruiz Soroa (Bilbao, 1947) presenta hoy en Vitoria Seis tesis sobre el derecho a decidir (Un panfleto político), una obra editada por la asociación Ciudadanía y Libertad en la que reflexiona sobre una cuestión que se ha convertido en un lugar recurrente de la discusión política vasca, de actualidad ahora por las pretensiones del lehendakari Ibarretxe de convocar una consulta popular en Euskadi.

Pregunta. ¿Por qué un panfleto y no un libro? ¿No lo merece la cuestión?

Respuesta. No es un panfleto en el sentido de irracional o de grito, sino en el sentido clásico anglosajón del siglo XVIII o XIX, cuando fue un método para discutir las cuestiones políticas con un acceso más directo a la opinión pública que el libro. Es un panfleto porque es breve, accesible, toma partido y lo defiende.

"Hay que exigir una ley de Claridad, como en Canadá, fijando condiciones y procedimiento. Que no quepan preguntas ambiguas"
"Ante la consulta de Ibarretxe sólo cabe resistir, denunciar el engaño y el absurdo y no participar en lo que sólo es un arma táctica del nacionalismo"

P. ¿Que ha pretendido?

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R. Clarificar algo que se pretende hacer aparecer ahora y aquí como algo evidente por sí mismo y sin límites. Enmarco el derecho a decidir en la teoría democrática.

P. ¿Cuáles son sus tesis?

R. La primera, que en democracia no existe un derecho ilimitado a la libre decisión. Hay cosas que sí y otras que no podemos decidir, que nos vienen dadas. En nuestro caso, es evidente que los vascos no podemos decidir solos nuestro régimen de asociación con España. Es absurdo: tampoco en un matrimonio, ni en una asociación o en un club se puede estar a la carta.

P. Un nacionalista diría que por qué no puede decidir la relación que quiere con el Estado.

R. Pues precisamente porque es una relación, y además compleja, porque hay 17 actores.

P. Otra de las tesis es que en realidad estamos ante un proceso de secesión encubierto y, por tanto, ante un engaño.

R. Sí. Los nacionalistas están camuflándolo, porque todavía no está suficientemente asumido ni siquiera en el mundo nacionalista y no lo pueden plantear crudamente. Ahora persiguen fijar el sujeto. La secesión será el paso siguiente. Mientras, se hurta a los ciudadanos la claridad del debate, usando unos términos ambiguos, a sabiendas de que dependiendo de ellos los ciudadanos responden de un modo u otro.

P. ¿Hay que salir entonces primero de una especie de trampa terminológica?

R. Si. Exigiendo una ley de Claridad, como en Canadá, fijando condiciones y procedimiento. No le llamemos autodeterminación si no queremos, pero regulémoslo. Que no quepan preguntas ambiguas, ni sobre opiniones. Deben consultarse decisiones: quiere ser o no español, quiere ser o no independiente.

P. Ni siquiera el nacionalismo pide eso ahora.

R. Ahí está precisamente el uso torticero del derecho a decidir, en preguntar a la gente cosas a las que obviamente va a contestar que sí. Lo otro lo perdería.

P. ¿Están argumentando bien los partidos que no quieren la consulta?

R. No. Hay un discurso muy pobre. El argumento de la existencia de ETA se acabará con ETA y sólo dice que no es el momento. No veo más manera de neutralizar el discurso bobalicón de que no hay nada de malo en consultar a la sociedad que la claridad. Sólo veo una forma de cerrarlo: a la larga, sólo regular con carácter general en España la secesión va a permitir hacer frente a estas posturas. Establecer un final y decirles claramente que lo que hay que decidir primero es si nos vamos o nos quedamos.

P. ¿Un planteamiento así no exigiría cambiar la Constitución?

R. No. Sólo hay que hacer una ley, parecida a la canadiense. No valdrían las preguntas tácticas, como quieren hacer ahora para ir avanzando, sino que hay que plantear la decisiva. Eso impediría un uso interesado y estratégico de consultas parciales. Hay quien teme que actuaría como incentivo y quienes creemos lo contrario, que sería disuasorio.

P. ¿Cuáles serian los efectos beneficiosos de algo así?

R. Sería higiénico llevar al nacionalismo al discurso claro. Si hay una demanda insistente, repetida, aunque sepamos que de dudoso alcance, lo mejor es darle cauce. Se acabaría con el chantaje y la presión constante que supone para un estado democrático que alguien le amenace con enfrentarlo a la voluntad popular, que es la misma que lo ha constituido democráticamente.

P. Parece que estamos en vísperas de que se anuncie la consulta. ¿Qué cabe ahora?

R. Resistir, denunciar el engaño, el camuflaje, el absurdo de las preguntas que quieren plantear y no participar en lo que sólo es un arma táctica. Me parece un crimen democrático usar la voluntad popular como arma para ir contra la ley establecida por esa misma voluntad popular.

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