Homenaje de Euskaltel al ciclismo
Samuel Sánchez culmina el espectacular trabajo de su equipo y Sastre ya es segundo
Toda la rutina que amodorraba la carrera desde el final en Andorra, hace ya tantos días, dio paso a un final esplendoroso. La etapa de Abantos fue un compendio de la carrera, una especie de resumen que mejora con creces el original del día a día. Ayer, bajo la lluvia (por segunda vez en la Vuelta, tras las granizadas de Murcia), con montaña selectiva, se dieron cita las mejores artes del ciclismo. Hubo la escapada habitual, la de "a ver si sale", "a ver si no se entienden y llegamos", es decir, la escapada de los modestos que arrean en cuanto el director de carrera baja la bandera tras la salida neutralizada. Hubo escapadas estratégicas, multitudinarias, de esas que juegan a la vez a la sorpresa y a la táctica, de las que hacen dudar de dónde vienen y adónde van. Hubo táctica, mucha táctica, en la que brilló Euskaltel, un equipo bien trabajado por su director Gerrikagoitia, combativo hasta la extenuación, que fue moviendo peones y más peones hasta enfilar la última subida a Abantos con dos hombres por delante y tres por detrás. Hubo intentos y más intentos (de Vanotti, de Rubiera).
Pero sobre todo hubo guerra, hubo ambición, aun a sabiendas de que Menchov es poco menos que indestructible, que viaja en primera. Lo intentaron Sastre, algo así como el sastrecillo valiente, una, dos, tres veces, en la primera y en la segunda subida a Abantos, y lo intentó Samuel Sánchez, o mejor dicho, el Euskaltel en todo su esplendor, con Samu, con Igor Antón, con Alan Pérez, con Aitor Hernández, con Iñaki Isasi. Casi con todo lo que tenía, tirando del grupo de escapados y del grupo perseguidor (el de los jerarcas) al mismo tiempo. Tirando de todo para ir a por todo. Tirando y tirando, con la ayuda del CSC, con la ayuda de Sastre.
Menchov, el indestructible, viajaba cómodo. Pero, como el jueves en Ávila, alguien falló. Esta vez le tocó al australiano Cadel Evans, que no pudo responder al último estirón de Samuel Sánchez, primero, y de Sastre después. El Euskaltel y el CSC trabajaban para buscar el podio en Madrid y Evans cedió muy pronto. Samuel se fue en busca de sus compañeros adelantados, en compañía de Igor Antón, y los cazó, y los sobrepasó, mientras por detrás Sastre dejaba de lado a Evans, sólo respondido por el acompañante habitual, Menchov, en butaca de primera. La carrera tenía un sabor añejo, casi olvidado: bajo la lluvia, por carreteras estrechas y un tanto bacheadas, un puerto de 12,3 kilómetros de ascensión y, sobre todo, corredores enrabietados, decididos a luchar, a apostar la última jugada antes de volver a casa.
Sastre dio caza a Samuel Sánchez, con Menchov y un grandioso Daniel Moreno (Relax-Gam) aguantando con los tres mejores de la carrera, mientras Evans iba perdiendo segundo tras segundo hasta acumular 1m 25s en la línea de meta.
"Carlillos, vamos a tope hasta arriba", le dijo Samuel Sánchez a Sastre, en busca del podio que el corredor madrileño ya tenía asegurado y que buscaba con ansiedad el asturiano del Euskaltel. Y se fueron los cuatro ciclistas, como posesos, subiendo a ritmo, a relevos, hasta que se avistó la meta.
Menchov se retiró de la contienda; Sastre, feliz con su segunda plaza, también. Samuel aprovechó su oportunidad, sólo discutido por Moreno, al que sobrepasó en la última curva, por dentro, como un fórmula 1, por sorpresa, y le dio tiempo a levantar los brazos con calma para celebrar su segunda victoria en la carrera.
Todo el trabajo de Euskaltel había tenido la recompensa del triunfo parcial y el amargor de no haber alcanzado el podio, el día que flaqueó Evans. Ahora sólo resta la contrarreloj de hoy. 20 kilómetros llanos, sin dificultades, ni orográficas ni de trazado, que teóricamente no deben provocar cambios en la clasificación. A Samuel Sánchez le costará muchísimo superar a Evans, un especialista, como a éste le costará un mundo quitarle 47 segundos a Sastre. Probablemente gane Menchov, que sigue bien, gracias.
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