El Sevilla golea al ralentí

La solvencia del Sevilla es impresionante. De hecho, cada día es mayor, más sólida, más rotunda. La claridad con la que los sevillistas ven e interpretan el fútbol les permite estar por encima de las coyunturas por duras o inesperadas que sean. El Sevilla jugaba ayer por primera vez en el Sánchez Pizjuán desde la muerte de Antonio Puerta, quien en el primer partido de la Liga se desplomó sobre el césped a causa de la primera de las crisis cardiacas que acabarían con su vida. De entre todos los actos o gestos de homenaje al joven futbolista, el más impactante fue el silencio que se vivió en el estadio cuando el partido llegó al minuto 16, el del dorsal de Puerta.

Pero el Sevilla, como ya demostró con su brillante clasificación para la Liga de Campeones frente al AEK de Atenas, ha sabido encajar este golpe. Sus jugadores han sabido guardar la pena y el duelo por su compañero en sus corazones sin merma para su trabajo. El equipo de Juande Ramos mantiene su estilo y su capacidad de ejecución incluso por encima de quienes lo desempeñen. Esto es lo que se debe entender como grandeza futbolística. Desde el inicio quedó clarísimo que la cabeza de los sevillistas estaba en Londres, donde el miércoles disputarán frente al Arsenal el primer partido de la Liga de Campeones. A medio gas, se merendaron al Recreativo. El equipo de Víctor Muñoz demostró ser muy cortito en los atributos que a los equipos de élite se les presumen. Estuvo absolutamente romo en el ataque. Y en la defensa lo máximo que se puede decir de ellos es que estaban ordenados con corrección, lo que no significa que lo hicieran bien, que en varias ocasiones no fue así. El Recre no hace nada que no se pueda prever. Y eso en el fútbol suele ser fatal.

El Sevilla, por su parte, maneja un ramillete de variables en cada jugada que, tarde o temprano, le lleva a superar a su rival. El más destacado en el partido de ayer fue el ruso Kerzhakov. La velocidad y las ganas por hacerse con un puesto de este delantero le convierten en un verdadero tormento para las defensas rivales. Esa búsqueda incesante, casi obsesiva, de la pelota le llevó a estar donde hay que estar en la jugada del primer gol. El ruso aprovechó el flojo despeje de Sorrentino de un disparo previo de Navas para batir al portero recreativista. El gol llevó a los sevillistas a manejarse con un mayor grado de especulación, pero, aun así, siempre dieron la impresión de que podían marcar cuando les diera la gana. Poco después, Alves encontró el hueco por el que Kanouté quería correr y puso una pelota al africano, que, con grandes zancadas, regateó incluso al portero para marcar a placer.

La misma conexión sirvió para el tercero, ya al inicio de la segunda mitad. Alves envió un globo larguísimo al área que aprovechó Kanouté, tras previa pifia en el despeje del central recreativista, para empujar la pelota a la red. El Recreativo marcó casi de inmediato, pero el partido ya se le había ido. Y es que nunca lo había tenido. La diferencia entre ambos conjuntos se demostró ayer colosal. Si para uno el futuro huele a fiesta y satisfacción, para el otro se presume muy negro. Si al Sevilla cada vez parece más difícil pararle y marca goles como el que cose, el Recreativo dio la impresión de que cada punto le va a suponer un esfuerzo titánico. Por suerte para los de Víctor Muñoz, no siempre van a tener enfrente al Sevilla, hoy por hoy grandísimo.