Las cajas salen a Bolsa para cargar gasolina
Tras el fuerte crecimiento del negocio, las entidades quieren reforzar su capital con la cotización de los holdings industriales
Son más de tres años con el crédito creciendo por encima del 20% y comprando participaciones industriales. Más de mil oficinas nuevas en el último año... , y la gasolina se va acabando. Llega la hora de digerir el atracón. Algunas han elegido el camino de sacar a Bolsa sus participaciones industriales, como La Caixa, Bancaja y Caja Navarra. Otras, como la Caja del Mediterráneo prefiere las cuotas participativas. Estas son las pioneras, a las que les seguirán otras porque es el momento de reforzarse (o buscar fusiones, en el caso de Euskadi). El parqué las someterá al escrutinio del mercado, como quiere el Banco de España, y se parecerán más a los bancos. Era algo necesario antes de la tormenta financiera. Ahora, mucho más.
Las cajas tienen 50.000 millones en Bolsa y el 57% de las hipotecas, inversiones que exigen altos niveles de capital para afrontar el futuro con tranquilidad
Ha sido un duro pulso con el anterior supervisor y con el actual. Después de algunos tira y afloja, tres cajas tienen previsto sacar a cotizar sus participaciones industriales y otra más, la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), puede emitir cuotas participativas que también saldrán a Bolsa. Es un camino desconocido en el que los pioneros pagarán la novatada. Pero también servirá de ejemplo para otras cajas que también necesitan los recursos financieros que proporcionan los mercados.
Las cajas de ahorros, que ya controlan más de la mitad del crédito concedido en España, quieren seguir creciendo a toda costa. Dentro y fuera de España. Han demostrado ser buenas gestoras de banca comercial, agobiando a los bancos, que han visto cómo perdían cuota de mercado todos los años. Cuando las cajas plantearon su salida al exterior y sus planes de expansión, el equipo de Jaime Caruana, ex gobernador del Banco de España, les pidió que se reforzaran, es decir, que incrementaran su capital y reservas, y que se sometieran a la Bolsa. Esto último suponía emitir cuotas participativas, un instrumento similar a las acciones cotizadas, pero sin posibilidad de tener derechos políticos.
Las cajas se resistieron a las pretensiones del supervisor porque prefieren no tener la presión del mercado. También rechazan las cuotas porque están mal vistas por los sindicatos y algunos partidos políticos, a la vez que son unos instrumentos caros. Para reforzarse, las cajas acudieron a unos productos denominados titulizaciones de créditos hipotecarios así como a las emisiones preferentes. Estos activos también están sometidos al escrutinio del mercado, pero sólo al de los grandes inversores institucionales. Una vez saturados de estos activos, algunas entidades necesitan otro combustible para que el tanque siga caminando.
El hecho cierto es que nadie emitió cuotas y el supervisor no dio luz verde a los intentos de salir al extranjero. Caruana también pidió (sin éxito) moderación en la concesión de crédito. Con esta situación, llegó el relevo en el Banco de España. Hace poco más de un año, Caruana fue sustituido por Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Éste se mostró más favorable a la expansión internacional de las cajas, para que diversificaran sus ingresos en otras economías, pero insistió en que deben tener instrumentos cotizados. Ordóñez también recordó que, ante las nuevas etapas de crecimiento, las cajas debían "fortalecer su base de capital". Las cajas han sido más agresivas que los bancos en la concesión de créditos hipotecarios. Alguna de las más grandes, como Bancaja, ha incrementado sus tasas interanuales al 30%. Caja Madrid también se acercó a esta cifras, aunque ha corregido rápidamente el rumbo. En total, las cajas agrupan el 57% de todos los préstamos a la vivienda concedidos en España. Este factor les puede hacer ahora, llegada la tormenta financiera hipotecaria, en entidades más vulnerables. Tanto los bancos como las cajas españolas dependen de los inversores extranjeros para financiar las hipotecas. El 71% de los créditos hipotecarios otorgados en 2006 se han respaldado con cédulas o bonos de titulización, según AIAF y la Asociación Hipotecaria Española. Del total de la cartera, 850.000 millones, el 34% ya se apoya en estos instrumentos. Aunque esta situación afecta a todo el sector, las cajas están más implicadas por su mayor vocación hipotecaria. Si se mantuviera la actual escasez de liquidez, les perjudicaría más.
A la vez, las cajas han sido grandes inversores en participaciones industriales. Poseen acciones valoradas en unos 50.000 millones de euros, a valor de mercado. Esta política les ha reportado grandes beneficios al coincidir con unos ejercicios de alcista en la Bolsa. En 2006 la situación llegó a su máximo exponente, cuando el 60% del resultado de las cajas procedió de los dividendos de las participadas y de la venta de acciones.
A esta alta dependencia, inestable por su base bursátil, se une a la llegada de la nueva contabilidad internacional, Basilea II, que entrará en vigor en 2008. Con esta regulación, las participaciones industriales consumirán más recursos propios que ahora.
Por esta razón, las cajas prefieren sacar a Bolsa sus participaciones empresariales en lugar de emitir cuotas participativas aunque, según fuentes del mercado, el supervisor apoya más las cuotas. Según Alfredo Jiménez, director de la Fundación de Estudios Financieros, que cuenta con directivos de bancos y cajas en su consejo, también apoya las cuotas participativas. "Permiten valorar mejor la gestión de la entidad y evitan la intervención política", comenta Jiménez.
Para las cajas, las ventajas de las corporaciones son claras: se desprenden de parte de los activos bursátiles que serán muy caros de mantener; obtienen liquidez, que va directamente a engordar su capital y reservas y, además, aprovechan el actual momento alcista de la Bolsa, lo que les permite vender caras las acciones. No obstante, las corporaciones siempre se venden con descuento. De hecho, Bancaja, que ya se ha desprendido del 30% de su grupo, tuvo que aplicar una rebaja del 30% sobre el valor neto de los activos, según fuentes del mercado.
Otras entidades, como Caja Madrid, en lugar de colocar un holding en Bolsa, ha decidido vender las joyas de la corona: parte de Realia (ya realizada) y Endesa, a punto de salir. Probablemente también se desprenda de Iberia en los próximos meses.
La insistencia del supervisor en que llenen sus depósitos no es gratuita. Las cajas no están sobradas de capital, aspecto básico en el negocio financiero. De hecho, alguna de las más grandes, como Bancaja, Caixa de Catalunya y Caixa Galicia, tenían un ratio de capital (core capital) a finales de 2006, por debajo del 6% (ver cuadro). El Banco de España exige a las entidades que estén por encima de este nivel, sobre todo si asumen riesgos relevantes, como son las participaciones industriales y un alto nivel de crédito hipotecario. A los grandes bancos, como ha sido el caso del Santander, el supervisor sólo les ha permitido bajar de este nivel de forma temporal y tras presentar un plan en el que se refleje cómo van a volver a tener más del 6% de capital. Jiménez apunta que el nivel del 6% "es una norma no escrita, pero aconsejable para tener buenos niveles de rating o calificación de riesgos".
Por eso, tanto para una operación internacional como para seguir expandirse en España, las cajas tienen que elevar su capital (con algunas excepciones, como la BBK, cuyo ratio es el mayor de Europa y el doble del sector).
Hasta ahora, estas entidades han financiado su rápido y eficaz crecimiento apoyado, en parte, en que no reparten dividendos, como los bancos. Las cajas sí tienen "dividendo social", es decir, las dotaciones a la obra social, que crece cada año en relación con los beneficios. En 2006, las 46 cajas de ahorros dotaron a esta partida 1.669 millones, un 21% más. Las cajas obtuvieron un beneficio consolidado de 9.420 millones, con un incremento del 48%. Así, destinaron el 17,7% del resultado neto a la obra social. Si se tiene en cuenta sólo el resultado de las cajas sin lo que ganan con sus grupos y participaciones industriales, dedican el 23,5% a la obra social. Sus competidores actúan con desventaja en este capítulo ya que pagan el doble en dividendos, algo más del 50% de los resultados, lo que supone también contar con menos capital.
En lo que todo el sector coincide es que lo que ocurra con Criteria, de La Caixa, marcará el camino de las demás. No en vano sólo esta caja supone el 30% del sector y es la primera entidad comercial de España con 5.200 oficinas.
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