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El voto de protesta por los incendios marca la campaña electoral de Grecia

La irrupción de la extrema derecha amenaza con perjudicar al primer ministro Karamanlis

Ramón Lobo

En las calles de Atenas, tráfico caótico, turistas y alguna que otra deshilachada marcha de la izquierda extraparlamentaria; en los tenderetes que los dos grandes partidos, el conservador Nueva Democracia (ND) y el socialista PASOK, han montado en el centro, banderas, música, pantallas con el rostro del líder y muchos asientos vacíos. No parece que Grecia se halle en vísperas de unas elecciones, el domingo, que se anuncian reñidas tras los graves incendios de agosto, que causaron 67 muertos y devastaron parte del Peloponeso.

El resultado es impredecible porque hay un 15% de indecisos

El primer ministro, Costas Karamanlis, líder de ND, reconoce errores en la gestión de la emergencia, promete remedios futuros (además de cuidarse del presente: reparto de dinero entre los afectados, 3.000 euros por víctima; 10.000, por vivienda dañada) y lanza órdagos para sujetar cada voto: "Si el domingo no gano por mayoría absoluta, habrá nuevas elecciones", dijo. Es un mensaje dirigido a los que coquetean con la extrema derecha de Gyorgos Karatzaferis, líder de la Alianza Popular Ortodoxa (LAOS), formación que puede dañar sus aspiraciones de Gobierno sólido pues los sondeos auguran su entrada por primera vez en el Parlamento.

El historiador Yanis Yanoulopoulos no cree al primer ministro, ni cuando promete que no habrá colaboración con esa extrema derecha. "Aunque se quede corto y gane con 149 [el Parlamento griego tiene 300 escaños]

no convocará elecciones. Si lo hiciera, las perdería de forma clara. Creo que en ese caso intentará hacerse con los servicios de dos diputados de LAOS", señala el historiador.

Aunque está prohibida la divulgación de encuestas dos semanas antes de la votación, todos presumen de alguna. En los cafés de la plaza Kolonaki, centro donde se teje la política y se intercambian favores, existe un acuerdo: el resultado es impredecible por el número de indecisos (15%), aunque hay un favorito claro: Karamanlis. "Existen muchas razones para castigar al Gobierno, pero también las hay para castigar a la oposición", afirma el profesor de Ciencia Política Seraphim Seferiades.

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El problema de los socialistas es que el electorado aún no ha olvidado los desastres en sus casi 20 años de Gobierno. Seferiades está convencido de que habrá un descenso del bipartidismo en beneficio de LAOS y los dos de izquierda, Sinapismos Syriza y el comunista ortodoxo. "Esta vez estamos ante un indeciso ideológico, que no se siente atraído por ninguno de los grandes. Tampoco sabemos cómo van a reaccionar los que sufrieron los incendios ni los 450.000 jóvenes que pueden votar por primera vez, aunque la mayoría seguirá la tradición familiar".

Los analistas de ND se conformarían con 151 escaños, aunque sueñan con los 156 que les colocarían en mejor posición para acometer las reformas pendientes, como la de las pensiones, que tiene a los sindicatos preparados para la guerra. "No es una elección que va a ganar Karamanlis, es una que puede perder [Yorgos] Papandreu", asegura Yanoulopoulos. Si se pregunta al electorado a quién prefiere como primer ministro, las encuestas dan una ventaja de ocho puntos al líder de ND. Por eso su campaña es personalista, miles de retratos de Karamanlis, y la del PASOK, colectiva.

"El problema de Papandreu es que sólo objeta, no propone soluciones, Ha perdido la oportunidad de ser alternativa", asegura Stavros Kostantinopulos, quien augura una cómoda victoria de Karamanlis por cuatro puntos. "Papandreu es el tipo que querrías como amigo, no como líder. Además, su partido está inmerso en la misma crisis que la mayoría de partidos socialdemócratas europeos. Para ellos, una victoria sería perder por menos del 1,5%".

La esperanza del PASOK apunta a que el desastre en el manejo de la crisis de los fuegos tenga sus consecuencias; ya ha recortado una ventaja de cuatro puntos a uno y medio en las últimas semanas. Hablan de un empate técnico, de voto oculto y de que cualquier cosa puede pasar. Su ejemplo es José Luis Rodríguez Zapatero. "El problema es que los políticos, los periodistas y los profesores creemos que Grecia somos nosotros, y no es así. Grecia son millones de personas que sólo leen alguno de los 15 diarios deportivos, se informan por la tele y creen que el periodista que presenta las noticias lo sabe todo", advierte Seferiades.

Carteles electorales del Partido Comunista (izquierda) y del primer ministro Karamanlis (centro), en Atenas.
Carteles electorales del Partido Comunista (izquierda) y del primer ministro Karamanlis (centro), en Atenas.AP

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