El caso Jasikevicius
La noticia de que Sarunas Jasikevicius podría volver a Europa estaba en el aire desde hace tiempo, pero sólo en los últimos días se ha desencadenado una verdadera carrera entre los clubes más potentes para fichar al campeón lituano. En una entrevista en que se le preguntaba por qué Tony Parker ha triunfado en la NBA y él no, respondió que no había podido jugar en un club que se adapte a sus características. Puede parecer una justificación superficial, pero no es así. Mike Brown, máximo responsable técnico de Cleveland Cavaliers y ex asistente de Popovich en San Antonio Spurs, me contó la otra noche -está en Italia siguiendo la preparación del CSKA de Moscú- que fueron necesarias dos pruebas y la insistencia del director ejecutivo, R. C. Buford, para convencer al cuerpo técnico de fichar al base francés, que esta temporada ha sido el jugador más valioso de la final de la NBA.
¿Qué es necesario para favorecer la integración de un europeo en la NBA? Ante todo, una dirección y un entrenador que crean en el jugador, que le ofrezcan minutos y no se limiten a los entrenamientos para mejorarle. Es sabido que este año el entrenador de Toronto, sólo después de varios enfrentamientos con Colangelo y Gherardini, máximos responsables de los Raptors, decidió utilizar más al número 1 del draft, Andrea Bargnani. Del mismo modo, un sistema de juego que contempla el movimiento del balón y de los jugadores, como, por ejemplo, el de Golden State Warriors o el de los Spurs, puede ayudar al jugador europeo, que no está habituado al juego de aclarados para el jugador con el balón y con el resto esperando un posible pase como habitualmente sucede en la NBA.
Es exactamente esto lo que le sucedía a Jasikevicius con Indiana Pacers: lo utilizaban sobre todo como tirador desde la esquina porque se habían quedado más impresionados por su porcentaje de tiro que por su gran visión del juego. Con frecuencia, un entrenador y un equipo NBA que deciden apostar por un europeo deben luchar contra la opinión estereotipada de muchos estadounidenses, que consideran a nuestros jugadores poco fiables como defensores y atletas mediocres. Son los mismos que son incapaces de valorar adecuadamente la versatilidad de nuestros mejores jugadores, su habilidad en el pase y su capacidad para jugar en equipo. Quizás porque el juego NBA favorece el uno contra uno y el uso del pick and roll (bloqueo y continuación).
Pese a su desilusión por no haber triunfado en la NBA, si regresa a Europa, Saras trastocará los equilibrios de la Euroliga: provocará noches de insomnio a los entrenadores rivales, pero ofrecerá gran alegría a los aficionados. Estoy convencido de que no será el último jugador que, tras haber experimentado la satisfacción de medirse en el otro lado del océano, prefiere la calidad de la Euroliga para sentirse campeón.
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