Un campeón con las ideas claras
Que Fernando Alonso sigue siendo un gran campeón no hay nadie que pueda dudarlo. Pero que fuera capaz de abstraerse de todos los problemas que le circundan en estos momentos hasta el extremo que ayer demostró en Monza parecía poco menos que imposible. Y lo hizo. Desde que entró en el coche para correr en el circuito italiano, el español no pensó en nada más que en pilotar, en disfrutar del momento que estaba viviendo y en el objetivo prioritario que lleva en su cabeza y que no es otro que ganar el título mundial. En este aspecto es único. Nadie le supera. Y como piloto, tampoco.
Por tanto, es lógico pensar que, puestos ya en la situación actual, Alonso es quien más posibilidades tiene de proclamarse campeón a falta de cuatro carreras para la conclusión del Mundial. La carrera que ayer realizó en Monza fue espléndida, admirable. Demostró de nuevo su capacidad no sólo de pilotaje, sino también de concentración. Todo el fin de semana fue el más rápido. Mucho más que su compañero y rival Lewis Hamilton. Y su victoria fue contundente. Si en algún momento pareció que el británico era más rápido que él -después del segundo repostaje, cuando adelantó a Kimi Raikkonen- fue porque Alonso estaba ya pensando en la próxima carrera y preservaba su motor. Entonces se veía ya con la carrera ganada y no superaba las 17.800 revoluciones por minuto cuando lo habitual es que alcancen las 19.000. Tenía las ideas muy claras. Y la frialdad suficiente para no permitir que las circunstancias de la carrera pudieran afectarle.
A mi modo de entender, Ferrari equivocó la estrategia al pensar que Raikkonen podría superar a los dos McLaren con una sola parada. En realidad, la actuación de la escudería italiana provocó una gran decepción entre los aficionados que se habían citado en Monza, como cada año, para ver un triunfo de los dos monoplazas rojos. Felipe Massa se la jugó en la salida, se arriesgó mucho en su adelantamiento a Hamilton, le tocó y perdió la segunda posición que parecía haber ganado en la primera curva, cuando el británico se saltó la chicane para superarle. Nadie reclamó. Pero fue una maniobra que, a fin de cuentas, podía costarle una sanción a Hamilton. En cambio, ocurrió todo lo contrario. Massa tuvo que abandonar solamente unas vueltas más tarde con la suspensión trasera rota.
Esperaba mucho más de Ferrari. En Monza, la escudería italiana siempre se saca alguna carta de la manga. Prácticamente, es una obligación. Y hablo por experiencia, de los tiempos en que era su jefe de mecánicos. En Italia, Ferrari es intocable y no se escatiman recursos para demostrarlo. Pero esta vez resultó que no estaban escondiendo nada, que no tenían ninguna respuesta al dominio de McLaren. Y si el equipo decidió ir a una sola parada con Raikkonen fue básicamente porque era consciente de que iban más lentos que los McLaren. Era su única opción. Pero fallaron. Porque, al final, se demostró que el desgaste de los neumáticos con el peso del depósito lleno no compensa el tiempo que se gana al ahorrarse un repostaje. Por eso, cuando Hamilton atacó a Raikkonen, el finlandés no tenía ningún arma para poder defenderse del ataque y acabó a más de 20 segundos del británico.
El Gran Premio de Italia evidenció también la fiabilidad de los BMW, que continúan siendo el tercer equipo del campeonato. Dejó claro igualmente que los Williams van mejorando y que están por delante incluso del equipo Toyota, que les proporciona los motores. Mostró una ligera mejora en Honda, que entró en los puntos. Y puso al descubierto la desmotivación de Giancarlo Fisichella, que fue superado de nuevo por su compañero de equipo, Heiki Kovalainen.
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