Toque de atención
La inesperada derrota ante Croacia ha supuesto un necesario toque de atención para todos, equipo, afición y medios de comunicación. A los primeros, porque de tanto ganar corrían el peligro de sentirse invencibles, de pensar, a pesar de sus declaraciones exentas de arrogancia, que en las buenas y en las malas siempre encontrarían un camino hacia la victoria. La ausencia de derrotas suele hacer imposible lograr un análisis crítico hasta las últimas consecuencias.
Los errores, los defectos en el juego, se difuminan porque, al fin y al cabo, se ha vuelto a ganar. España tiene problemas. Su defensa, sobre todo las variantes zonales, no es todo lo eficaz que debería, y tampoco su rebote. Además, el partido contra Croacia mostró una dependencia de Pau Gasol mucho mayor de lo aconsejable. Cuando cometió la tercera falta y tuvo que ausentarse, el equipo se descuajó. Cierto que en esos momentos, el papel de Navarro se torna de importancia capital, pero su ausencia no justifica lo desvalido que se mostró el colectivo. Su excesivo apresuramiento en las jugadas finales ahondó en este supuesto. Nada grave, ni mucho menos irremediable. Pero con la vitola de equipo cuasiperfecto, el (pequeño) revés nos ha cogido con el pie cambiado. Lo que nos lleva a la llamada de atención. Desde hace un año, las alabanzas que hemos vertido sobre este equipo han sido constantes, hasta el punto de que la medalla de oro estaba poco menos que cantada. Y es que los jugadores españoles son muy buenos y además muy majos. Ningún reclamo publicitario resulta más efectivo, todo el mundo quiere una foto con ellos y la preparación ha transcurrido entre lo deportivo y lo social.
En algunos momentos parecía más una gira de homenaje que una puesta a punto para un campeonato. Esta dinámica se ha mantenido una vez iniciado el torneo. El miércoles, una hora después de perder, foto en el AVE. Ayer, DNI electrónico. Por la tarde, presentación de una web. Demasiado. La primera derrota demuestra que este equipo necesita tener más tranquilidad, olvidarse de la dichosa racha, sentir menos euforia a su alrededor y evitar algún que otro compromiso publicitario. Y por supuesto un juego más constante, recuperar a Navarro y que nadie olvide que esto es un deporte, y como tal, resulta imprevisible. Dicho esto, a Rudy le hicieron falta en la última jugada.
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