Un domador para Serbia
Slavnic, ex jugador del Joventut, dirige a una potencia en plena transición
Ya lo decía Goebbels. Que una mentira contada cien veces se convierte en realidad. Como la legendaria obsesión de Zoran Slavnic (Zemun; 58 años), el seleccionador serbio, por el café. "Jamás, jamás, ¡eso es falso! Yo sólo tomo un capuccino al día. ¡Sólo uno! Pero a los periodistas les gusta escribir muchas cosas. Que si me tomo 25 tazas al día, que si tal, que si pascual... ¡Todavía soy un deportista de verdad! ¡Podría hacer de base! Y si me las tomara, ¿qué? Pero bueno... Puede llamarme Moka".
Slavnic es todo un carácter. Igual que en sus tiempos en el Joventut, a finales de los setenta, cuando La Penya acabó con el monopolio del Real Madrid y sus diez Ligas consecutivas. Por eso aceptó dirigir a una potencia en transición -11º en Atenas 2004, 12º en el Europeo de Belgrado 05 y 11º en el pasado Mundial de Japón- que, después de ganarlo todo, no levanta cabeza. Zeljko Obradovic denunció la lucha de egos que convulsionó al vestuario plavi en el Europeo que organizaron hace dos años. Luego dimitió. La misma rutina de Dragan Sakota que, entre tanta lucha intestina, dejó el cargo a finales de mayo "por la falta de apoyo de la Federación".
"Así que yo fui el que cogió la patata caliente, sí... Tengo que estar un poquito loco", se ríe Slavnic. El nuevo domador ha tenido que hacer virguerías para confeccionar la plantilla. "Hay 11 nuevos con respecto al Mundial de Japón; sólo repiten Milicic y alguno más. Hemos trabajado mucho, pero con 40 días no puedes hacer las cosas como quieres", reconoce el preparador. "Pero no tengo ningún tipo de presión. Es el germen de la Serbia del futuro. De la campeonísima. Todo lo que se pueda adelantar, bienvenido", apostilla con malicia. En menos de un parpadeo se pone tenso. Aflora el genio: "¡No entiendo que hayan renunciado a este honor! ¡A mí me gusta la presión! ¡Ayudar a la patria! Eso, lo primero. Y, a fin de cuentas, esto es un deporte. ¡Juega, coño! ¡Juega! Si lo das todo, si te exiges al máximo, pues ya está... Tenemos un grupo fatal, pero aun así podemos hacer daño".
Gurovic, a sus 32 años, es el abuelo de una plantilla con una edad media de 22,5 años. Los veteranos, las figuras, los Stojakovic, Radmanovic, Avdalovic, Popovic y así hasta 13 jugadores, han huido en desbandada. Alegando siempre motivos personales. "Pero no estoy enfadado. Noooo", replica el técnico balcánico. "Mire, como entrenador y como persona, puedo aguantar las excusas que sean, siempre que existan razones de verdad para no jugar. Pero que me vengan con bobadas... Que si tengo un campus, que si quiero un entrenador privado, que si te unes al equipo dos semanas después del resto sin dar una explicación... ¡Eso no pasa conmigo!", se indigna. A cambio, Slavnic mima a los novatos. "Pueden presentar su talento, es algo que no quiero cortar nunca", expone Moka, que no quiere ser "como los entrenadores de antes". Propone la libertad total... en función de la calidad. "Al que juega bien se lo permito todo en la pista. Si es un Gasol, un Calderón o un Garbajosa, perfecto. Los jóvenes se afirman mucho más conmigo que con otros".
No fue el caso. Rusia superó a sus zagales (65-73). Al menos dieron cierta guerra. Slavnic se niega a recordar su etapa en Badalona y el oro que logró en el Europeo de Barcelona 73 después de 16 años de dictadura de la URSS: "¿Pero a qué joven podría interesarle lo que hicimos?" Slavnic, durante un partido.
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