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'BLOG PARTY'
Columna
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Despedida y cierre

Xavi Sancho

"Al final, recordaremos, no las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos" (Martin Luther King).

Hoy finaliza la semana de festejos varios y podremos volver por fin a nuestra vida. Se terminó el actuar un día como un personaje de una viñeta de Jordi Labanda, al siguiente como un Hemingway con hipoteca a 50 años y así hasta acabar con un trastorno que ni Al Pacino en Insomnio. Eso de lograr hacer de tus hobbies tu medio de vida es una utopía que sólo logró hacer realidad Margaret Thatcher. Uno no puede evitar pensar que mientras sus compañeras de colegio jugaban con sus casas de muñecas, ella se dedicaba ya a cerrar minas y dar cobijo a dictadores suramericanos. En fin, que se acabó. Stuart Murdoch, de la banda Belle and Sebastian, lloraba en todos los finales. Hoy nadie llorará, aunque la fiesta es de despedida. Decidimos hacerla en casa. Eso sí que es un deporte de riesgo y no el ajedrez. La excusa es despedir a un amigo que se va a vivir al norte, ese lugar indefinido donde todo parece funcionar mejor, pero se come fatal.

Ahora suena Faster, de Manic Street Preachers. La policía del buen gusto nos podría asesinar por ello, pero estos galeses, roqueros con el eslogan fácil, políticos y estetas, siguen siendo una de las pocas cosas buenas que les pasaron a los noventa. En este balazo punk logran meter en la misma frase el MENSA, Miller, Mailer, Plath y Pinter. "Supera eso, negro", le dijo el siempre descontrolado Jerry Lee Lewis a Chuck Berry, tras quemar el piano.

Una máxima que nunca se debe olvidar cuando se organiza una fiesta en casa es que uno debe saber el apellido y el número de teléfono móvil de todos los presentes. Si no, es imposible llamar a la policía para que registre la morada de quien crees que se llevó la copia del disco abortado de Style Council, o el volumen de Glamourama con notas para descifrar la nueva temporada de Supermodelo. En toda fiesta en casa hay temas prohibidos y temas de recurso. Así, Burning down the house (Quemando la casa) de Talking Heads, por muy brillante que sea -como toda la carrera de la banda, claro- está vetado. Si llega la policía, se les pone Ain't nothing but a house party (No es más que una fiesta en casa), clásico northern soul de The Showstoppers. A la hora de cerrar, con los minutos de la basura ya llegando a su fin, es menester lanzar una indirecta con A house is not a motel (Una casa no es un motel), de Love. Se recomienda, también, medir los decibelios, llamar al Ayuntamiento para que te confirme el aforo máximo de tu micropiso y también averiguar si necesitas permiso para tener DJ, o si corres el riesgo de que se persone un agente de la SGAE con el fin de requisar todo lo que no sean copias originales. "Nos llevamos el último de Björk y el pack de la serie 24". Gracias, agente.

La fiesta discurre, obviamente, por derroteros distintos de los que se esperaba. Por lo menos hay media docena de personas sin teléfono ni apellido y han desaparecido los tenedores. Tom Wolfe se preguntaba en La hoguera de las vanidades, ¿quién demonios puede ir a un mitin político con un pote vacío de mayonesa? Pues eso, ¿para qué quiere ese indocumentado nuestros tenedores? Como se puede ver, ha sido un éxito tan grande, que un desalmado, antes de cruzar el umbral de la puerta y desaparecer, ya pregunta cuándo será la próxima. "Cuando te suelten de una cárcel turca, te organizaremos una de bienvenida". Todo está hecho un asco y recordamos la gran frase de Bobby Gillespie, de la banda Primal Scream, en la que llevaba al plano de la realidad el pueril mito del roquero destrozando habitaciones de hotel. "Piensas que eres muy auténtico por romperlo todo, pero luego debe venir la madre de alguien a limpiarlo cobrando cinco libras la hora". ¿Llamamos a la tuya o a la mía?

Ahora suena: It's alright ma, I'm only bleeding, de Bob Dylan. Sugerencia de última hora cortesía de una gran persona. Nunca confíen en nadie a quien no le guste esta canción y, por favor, tengan cuidado ahí fuera.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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