Un botón de 300.000 euros
Los 10 finalistas del ambicioso premio creado por Mango preparan sus colecciones
Quien se lleve el botón, se meterá en el bolsillo 300.000 euros. Y, además, se convertirá en el mejor diseñador internacional emergente. El Botón-Mango Fashion Awards, organizado por la empresa Mango, cuenta con 10 finalistas que preparan su mejor colección para batirse en la pasarela en otoño. Sólo uno se llevará en noviembre este premio, cuya dotación es la mitad de la del prestigioso premio de la editorial Planeta. Todos son diseñadores menores de 35 años que, desde cualquier parte del mundo, han puesto en la calle al menos dos colecciones. Esos fueron los requisitos que impuso Mango para participar. Se presentaron más de 200 personas. Los 10 seleccionados recibieron en mayo 18.000 euros para crear 10 looks de mujer. Todos son internacionales excepto la catalana Txell Miras.
Esta diseñadora de 31 años no ha cerrado en agosto por vacaciones. La luz del sol, y también el calor, se cuelan por los pequeños ventanales de una antigua fábrica textil que hoy es su taller, un gigantesco espacio en Terrassa (Barcelona) que se mantiene fiel a los colores de sus colecciones: blanco y negro. Abre la puerta. Con vestido negro y camiseta blanca. Txell no está sola. De hecho, nunca lo está. Ella es la parte creativa de una empresa que tiene otra cara, su pareja, Iván Caparrós. Ella diseña, hace pruebas constantemente y monta las prendas con agujas. Él se ocupa de los clientes, las facturas, la prensa... Los dos, y nadie más, dan forma a la marca Txell Miras, con menos de cinco años de vida. Hacen ropa para mujer. Prendas muy especiales y reflexivas, no aptas para mentes cerradas.
El concurso les absorbe ahora su tiempo. "No queremos construir un imperio, sólo queremos vivir de esto", dice Iván. El botón es una buena oportunidad para dar un salto adelante. La diseñadora remueve los papeles, unos dibujos de muñecas delgadas. Las prendas que prepara para el concurso se inspiran en Orlando, de Virginia Woolf. "Ahora tengo que sacar patrones y montar las piezas. Lo más complicado es hacer realidad la idea. Será una propuesta entre la moda y la manualidad, muy artística, con muchas capas de tejidos, simulaciones de las hojas de los libros, volúmenes", continua Txell. "A nivel comercial, ella es la más pequeña de entre los finalistas", añade él.
La sinceridad es sorprendente en Txell. Dice lo que piensa. Iván, en ocasiones y como buen jefe de prensa, la matiza. "No tengo intención de trabajar para Mango, pero la empresa puede hacer proposiciones a cualquiera de los 10 finalistas para fabricar y vender la colección en sus tiendas", dice la joven.
El premio y su colección no son las únicas citas marcadas en su agenda. Una vez al mes la catalana viaja a Milán para trabajar en el diseño de la colección de mujer de Neil Barret, que antes trabajó en firmas como Prada y Gucci y que viste a Brad Pitt. "Es mi gran profesor en la realidad de la moda", subraya Txell. Iván añade: "Barret es un perfeccionista radical, como Txell". Lo difícil queda para el final de la conversación. ¿Se puede vivir de la moda? Txell e Iván reconocen que no es fácil, que se necesitan ayudas y que muy pocos llegan arriba. "Producimos sobre pedido, nunca sabes si llegarás a cobrar todo. Sufres mucho. Hemos tenido algunas tiendas que se han declarado en quiebra", explica Iván. "Somos dos, por eso funciona". Pocos, pero bien avenidos y la única carta española en la pasarela que decidirá quién se queda con el preciado botón.
Valentino será el presidente de un jurado compuesto por miembros de las cinco escuelas de diseño más prestigiosas de Europa, entre ellas, las prestigiosas Saint Martins, en Londres, y el Instituto Marangoni, en Milán.
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