"¡Sí se puede, Paco!"
Korzeniowski, que siguió la final gritando órdenes mientras corría alrededor del circuito, convenció a su pupilo para presentar la reclamación
Una afirmación pronunciada con el peso de una orden decidió la primera medalla de España en los Mundiales de Osaka. "¡Estoy descalificado! ¡Qué le voy a hacer si no podemos reclamar...!", se lamentaba Paquillo Fernández al conocer su eliminación. Pero la aparición repentina de un hombre empapado en sudor cortó su discurso con un seco latigazo de cuatro palabras: "¡Sí se puede, Paco!".
Robert Korzeniowski, tetracampeón olímpico, mentor del español, la mayor leyenda que existe en este deporte, cogió un teléfono móvil y empezó a mover los hilos de la apelación. Paradojas del destino, nunca creyó en que diera resultado. "Es muy difícil", dijo. Y con eso pensó cerrar una mañana vivida con la pasión de un hincha y las piernas de un galgo. El técnico polaco fue un hombre ahogado por sus pasiones. Lamentó lo que creyó que era una medalla de bronce. Disfrutó lo que fue una plata. Recriminó a su pupilo el fallo de la descalificación. Y acabó por celebrar la recuperación de la medalla agradeciendo a la federación española su habilidad para gestionar la reclamación en los despachos.
"Te he echado de menos, tío", le dijo Paquillo. Y se pusieron a hacerse fotos con la cámara del técnico
El tetracampeón olímpico polaco cogió un teléfono móvil y empezó a mover los hilos de la apelación
"¡Paco! ¡Paco! ¡Sí puedes!". A 450 metros del final de los 20 kilómetros marcha, Korzeniowski se desgañitaba mientras corría alrededor del circuito. Empapado en sudor, con pantalón corto y deportivas, el polaco rugía órdenes y ánimos. Le gritaba a Paquillo que sí podía, por supuesto, que podía adelantar al tunecino Hatem Ghoula. "¡Venga, Paco, que va mal!", "¡ritmo, ritmo, dale ritmo, que es tuyo!". Llegó el momento en el que Paquillo entró en el estadio. Y Korzeniowski, con aire nostálgico, observó la escena desde el exterior, apoyando la barbilla en una valla y rumiando el fracaso del bronce. Empezaron a atronar los altavoces. Comenzaron a palmear con júbilo los espectadores. Y Korzeniowski, que bailó más veces que nadie al son de la música que saluda a los campeones, se lanzó a toda velocidad hacia la pista. Algo pasaba. Superó un control de seguridad para el que no tenía pase ni permiso. Se dejó rozar por el detector de metales. Cabalgó hasta la pista aprovechando la confusión del final de la prueba. Y se encontró con una sorpresa mayúscula.
"¿Cómo que le ha superado?", se gritaba con unos aficionados españoles presentes en la carrera cuando le contaron que Paquillo había superado a pocos mertos de la línea de meta al tunecino Ghoula. "¿En serio? ¡Le había dicho que podía conseguirlo! ¿Ha sido porque al otro le han descalificado?", preguntó.
Y se puso a corretear. Asaltó el tartán. Y abrió los brazos. "¡Paquillo! ¡Tienes cojones! ¡Le has pasado! ¡Sí! ¡El plan al ciento por ciento! ¡Ponte bien la bandera, que no se ve el nombre de España!", chilló, desatado como estaba. El subcampeón mundial resumió en su respuesta toneladas de esfuerzos en común: "Te he echado de menos, tío". Y se pusieron a hacerse fotos con la cámara del técnico. Tan felices.
"Jefferson [el ecuatoriano que se llevó el oro] es un grande, conoce su profesión, es todo un hombre", reflexionó luego el polaco sobre el campeón; "pero Paco no tiene complejos. ¿Y los chinos? Yo no les he visto. Vamos a los Juegos de Pekín a por todas. Y después, para Londres 2012, a doblar los 20 y los 50 kilómetros".
Del hombre que celebraba el triunfo mientras invocaba el poder de una medalla de la Virgen sólo quedó una fría dureza analítica cuando se conoció la eliminación. "Paco nunca ha sido descalificado. No conoce ese sabor. Para él es una lección muy grave", dijo en caliente. "Como nunca había sido descalificado, no tomó precauciones. Yo, en los Juegos de Sidney, dejé entrar a Segura para no arriesgarme en la recta y, al final, le descalificaron. La infracción debe ser obvia, flagrante. La falta tiene que ser muy grave. Como si hubiera corrido. No es justo. Tenía la tabla de avisos limpia. Ha sido una carrera muy dura para Paco. No tiene miedo del calor, aunque no le gusta mucho el sol. La carrera en sí misma estuvo bien. No ha habido problemas técnicos", añadió.
Y Korzeniowski se marchó a buscar respuestas por los pasillos del estadio Nagai: quería saber cómo marchaba una reclamación que había empezado con un grito.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.