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FUERA DE MIS CASILLAS
Columna
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Putas patrias

Según una encuesta rápida pero fidedigna realizada conmigo misma hoy mismo, en el mundo actual (el adjetivo da pie a controversias, lo sé) resulta más fácil que te abran la cabeza con una patria cualquiera que follar con Chayanne.

Ésta es la conclusión a la que he llegado al cruzárseme por el camino más corto de la ciudad (mi mente antes de irme de vacaciones: o siempre, lo que ustedes quieran, me rindo) dos pensamientos u obsesiones: los movimientos de pelvis del famoso cantante puertorriqueño que, en su primer concierto en España, "hizo vibrar a las jovencitas (y a otras que no lo eran tanto)", según las crónicas, y la reaparición a lo bestia de las Hienas del Norte (y pido desde aquí perdón por la referencia geográfica tanto al Norte como a su Bonito, así como a las hienas de El rey león, que me parecen encantadoras).

Estoy de patrias hasta el Nibelungo.

Qué negocio mundial, en la Era de la Globalización Implacable, el de las patrias nefandas que cada grupo se inventa para no quedarse sin empleo ni identidad (ya saben: eso que no sabemos en qué consiste pero que tantas matanzas causa). Aldeana con vacas y ensimismada, o islamista que abarque de Marruecos a Indonesia y ensimismada. Da igual. Lo que importa es creerse alguien individualmente y tener una meta trascendental en el colectivo que les hace caso. Me pone los pelos de punta la gente que trasciende: ser simple peatón de la historia resulta mucho más decente, así como no hacer otro daño que el inherente al hecho de vivir y ser vivido. Qué mala suerte que nos haya tocado padecer a una banda de tarados y mangantes que consideran que hay una patria y es suya, y que eso les concede el derecho a eliminar a los ciudadanos reales para afirmar la soberanía étnica de un pueblo inexistente.

No necesito que un tipo se vuele por los aires con 20 añitos y la creencia de que existen 100 vírgenes en alguna parte para sentir incomprensión y repugnancia. Me basta con que un capullo que celebra las sanguinarias hazañas de los suyos en un bar me hable de su patria oprimida. Misma mierda (y mejor tren de vida, lo que predispone menos a la autoinmolación), que dijo el clásico.

Si existiera Dios y me pidiera un deseo sólo le rogaría que borrara de este mundo la noción de patria. Pero el primer dios único (mono, aunque resonó tanto que parece en estéreo), Jehová, instauró la patria mítico-étnico-religiosa y destruyó Babel porque no le gustaba lo de las lenguas. Mucha confusión, parecióle. Si les hubiera dado tiempo a los inquilinos quizá habrían aprendido todos muchos idiomas y jamás hubieran nacido las profesiones de traductor ni de intérprete, ni se habrían producido estafas en las academias de enseñanza del inglés.

Pero no existe. Hasta Teresa de Calcuta tuvo serias dudas acerca del asunto según se ha descubierto por su correspondencia con otros religiosos. Qué humana me parece, vista hoy. Hizo lo que hizo, y en sandalias, para que su Dios le devolviera la fe.

Chayanne es mi opción. Como integrante del colectivo Otras Que No lo Eran Tanto, creo que tengo derecho a esa mínima probabilidad que nos promete una remota coyunda con el cantante. Qué prodigio de buena salud, ese muchacho, en comparación con el culto a la muerte y los sórdidos ropajes de los fanáticos.

Qué pereza de patrias que arrastro. Qué cansancio de cerriles.

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