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FUERA DE MIS CASILLAS
Columna
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Pasarela Terror

Hay moda de primavera-verano y moda de otoño-invierno, Pasarela Cibeles y Pasarela Gaudí. Pero hay también moda de agosto: el Terror a tutiplén. Del terremoto funesto a la reaparición de La Pantoja en América, pasando por el asesino infantil de compañeros de bata y cole, una amplia gama de amenos asuntos que incitan al pánico y excitan el morbo se ha ido extendiendo por nuestra conciencia veraneante. Buitres en el cielo, cruzándose con los aviones en Barajas. Virus que viajan en la sangre de nuestros turistas cuando regresan de buscar tsunamis o terremotos en países exóticos. No hablo ya de mujeres asesinadas por sus parejas o sus ex, cansina temática que no conocerá un nuevo florecimiento de mi curiosidad hasta que los verdugos dispongan de fondos para costearse la filmación del evento con una cámara en el casco. Entonces será interesante, al menos al principio, que de todo se cansa una.

Éste ha sido el mes elegido por mis dos presidentes preferidos, Georges Sarkozy y Nicolas W. Bush, para manifestarse en su máximo interés. Sarkozy introduce la castración química para los pedófilos en vez de castrar en primer lugar al médico de la prisión que le recetó Viagra al pederasta que el sistema legal francés dejó libre alegremente (porque, total, ¿qué va a hacer el hombre, con sus precedentes y un pene indisoluble, suelto por las calles). La verdad es que apetece castrar a los pederastas, pero yo prefiero la versión Manostijeras, ya puesta, y aun así después de hacerlo me entregaría en comisaría, pues una cosa es el subidón de la venganza y otra la incivilidad del caponaje químico. Tiene que haber otro método. Quizá la justicia, pero no están trabajando en ello; hay tanta gente que reprimir, ahí fuera. Y resulta tan popular el asunto. Tan popular como para que al Partido Ídem y a Convergència i Unió la solución les parezca, con perdón, cojonuda. Además, tratándose de una iniciativa del Héroe del Michelin Desaparecido, tan amigo de los fabricantes de armas más acreditados de su país, bien podríamos empezar a recitar, estremecidos de terror agosteño y pre-resto de temporada, el famoso verso que no es de Bertolt Brecht: "Empezaron castrando a los pederastas y acabaron cortándoles las manos a los médicos favorables a la mitigación del dolor, a la eutanasia y a la interrupción del embarazo; luego fueron a por los inmigrantes para esterilizar a los más débiles...".

Lo de Bush no es que sólo se explique en agosto, como es natural en él, pues tiene récords de malignidades en todos los meses del año. No es nada tonto. Puede ser inculto y, sobre todo, indiferente a la inteligencia, pero no se puede afirmar que no sea astuto y malvado. Porque hay que ser ambas cosas para dejar caer que la culpa de que Estados Unidos perdiera en Vietnam fue que tuvieron que retirarse las tropas. No, encanto: fue al revés. Menos mal que le va a suceder Giuliani, cuya esposa mujer puede exhibir un currículo digno del personaje de Nicole Kidman en Todo por un sueño, y además posee la sonrisa de los no sé cómo llamarlos que rescataron de los turistas al pobre tiburón de Tarragona, otra tragedia de nuestro sombrío agosto.

Y nos falta aún un aniversario (tras los de la muerte de Marilyn, Hiroshima-Nagasaki y la erección del muro de Berlín): el que propició que Elton John volviera a cantar Candle in the Wind. En el funeral de Lady Di, aunque fue en septiembre.

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