Un toro de bandera

Hoy, última de feria: Toros de José Luis Marca, para El Fandi, Torres Jerez y Alejandro Talavante.

Toda la corrida fue de nota alta, pero el tercero de la tarde, de nombre Pintón y 525 kilos de peso, fue de sombrerazo. Un toro bravo, encastadísimo, alegre, codicioso, fiero y noble, largo de embestida, incansable... Un toro antológico que sólo recibió un picotazo en el caballo y ofreció algún leve síntoma de claudicación a lo largo de la faena de muleta. Por lo demás, el premio de la vuelta al ruedo se antoja merecidísimo.

Sólo recibió un corto puyazo -Almería es plaza de segunda y así se permite-, persiguió con acometividad en banderillas, se presentó desafiante y retador ante la muleta del torero, y embistió largo al cite, haciendo el avión en sus embestidas, una y otra vez, por ambos lados, fija la mirada siempre en la franela, y con destacada nobleza.

Un toro de ensueño, de ésos que resucitan la fiesta, de los que desprenden la más íntima emoción; un toro, quizá, al que habría que haber indultado para que su semilla brava se esparciera entre sus descendientes. Honor y gloria, pues, con todo merecimiento, para Pintón, negro, que nació en diciembre de 2002 y ha muerto en Almería en loor de multitud.

Su matador fue Manuel Jesús El Cid, que tiene sobradamente demostrada su condición de figura y su notabilísimo manejo de los engaños. Las dos orejas que cortó fueron merecidas por su sentido estético, por su templaza, por su ligazón y hondura. La faena fue ordenada, mandona, con clase y estilo... Pero el toro estuvo mejor. Sin duda alguna. No desmereció en nada Manuel Jesús, pero es muy difícil destacar por encima de un oponente de tantísima calidad.

Si bueno fue el tercero, no le anduvo a la zaga el cuarto, encastadísimo y fiero, al que había que someter con verdadero poderío. Rincón lo saludó con hondas verónicas, le plantó cara con enorme gallardía, consiguió momentos estelares con la derecha, fue arrollado sin consecuencias y acabó roto y extenuado. Fue la suya una lección de dignidad, pero ese toro exigía un mando que, quizá, el paso de los años le ha restado al gran maestro colombiano, quien demostró su magisterio en el primero, también alegre y repetidor, en una encomiable actuación, enturbiada por un fuerte viento.

El lote menos atractivo le tocó en suerte a El Juli, inteligente y maduro, quien no se dio por vencido y empeñó toda su sabiduría ante dos toros que carecieron de la alegría de sus hermanos y desarrollaron un punto de sosería que impidieron la brillantez de dos faenas muy serias y bien construidas.

No pudo redondear su tarde El Cid ante un blando y soso animal de muy corta embestida. Lo recibió con unas verónicas muy garbosas, pero su labor con la muleta careció de interés, a pesar de su manifiesta voluntad por agradar.