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Entrevista:EN POCAS PALABRAS

"Toco de manera genética"

El guitarrista Júlio Pereira, renovador de la música tradicional portuguesa, rompe con 'Geografías' un largo periodo de silencio

Treinta años largos de carrera contemplan a Júlio Pereira, uno de los grandes renovadores de la música tradicional portuguesa. Estrecho colaborador en su día de José Zeca Afonso -el hombre que puso música a la Revolución de los Claveles-, pocos como Pereira contribuyeron a sacar del olvido instrumentos de cuerda pulsada como el cavaquinho, la guitarra braguesa y, sobre todo, la mandolina. Ha colaborado con Mestisay o Uxía, firmó un álbum a medias con Kepa Junkera y ahora, tras casi doce años de silencio, vuelve a colocarse en el mapa con Geografías, un disco radiante, cosmopolita y de alegría contagiosa.

Pregunta. Muchos pensarán que llevaba demasiado tiempo sin dar señales de vida.

Respuesta. Como instrumentista no publicaba desde 1995, pero he preparado un espectáculo para la Companhía Nacional de Ballet, un disco multimedia para niños y ocho o diez producciones, además de colaboraciones con José Mário Branco, Carlos do Carmo, Dulce Pontes o Xosé Manuel Budiño. Son muchas facetas y cada una lleva su tiempo...

P. ¿Cuánto de tradicional queda en un disco como Geografías?

R. Hay un trasfondo tradicional, sí, pero me sirve como pretexto para erigir otra música más... imaginaria.

P. Y casi siempre instrumental. ¿Por qué?

R. La canción obedece a unas normas de comunicación más concretas y precisas. La música instrumental siempre será más abstracta. Me atrae la idea de que cada oyente pueda idear una historia distinta, su propia película.

P. Algunos de sus nuevos temas son tan animados que precisan de una gran destreza instrumental. ¿Le agrada que le vean como un virtuoso?

R. No me preocupa en absoluto. El virtuosismo requiere mucho tiempo de dedicación, y ésa es sólo una parte de mi trabajo. En cualquier caso, es fácil percibir que toco de una manera más genética que académica.

P. ¿Le salió un disco tan pletórico por ser un optimista incurable?

R. No estoy seguro de serlo, pero siempre concebí la música como un acto de vitalidad. Requiere garra, ritmo, coraje. La música no hace buenas migas con la timidez. Es como el amor: ¡o todo o nada!

P. Desde aquí da la sensación de que la música portuguesa atraviesa un momento de efervescencia. ¿Pecamos de optimistas?

R. Es cierto que el escenario sociológico portugués se ha ido transformando a partir del 25 de abril de 1974. Hasta entonces, ser músico era una perversión, una profesión que casi nadie miraba con buenos ojos. Hoy, por contraste, los padres se apresuran a inscribir a sus hijos en la escuela de música. Cierto que los medios de comunicación sólo se preocupan de la música, digamos, industrializada. Pero ahora, gracias a Internet, cualquiera puede conocer el trabajo de los creadores que nunca salimos en la radio ni en la televisión.

P. Eso sí: usted tiene poco de fadista...

R. No es mi hábitat natural. José Afonso me enseñó a descubrir muchos folclores europeos y africanos. Si le añadimos mi pasado juvenil como músico de rock, supongo que el resultado es una visión más ecléctica que regionalista.

P. Cuando ejerce como productor, ¿cómo sortea el peligro de que el disco suene más a usted que al artista?

R. Parto de un concepto casi filosófico: cada músico tiene un discurso propio, un sonido que sólo él puede ofrecer. El trabajo del productor consiste en descubrir ese sonido y conseguir que el disco suene lo mejor posible.

P. ¿Mantiene contacto con Mestisay o Kepa Junkera?

R. Ahora no, aunque sigo con mucho interés sus trayectorias. Y siempre hay algún vecino que llama a la puerta; el más reciente, la gallega Uxía Senlle.

Julio Pereira

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