Toros que parecen bueyes
Sabido es que los toros que se dedican al rejoneo son aquéllos que, por diversas razones, no son aptos para la lidia ordinaria. Por lo general, son reses bastas de presencia por cuyas venas no suele correr sangre brava de primera línea. A fin de cuentas, se les obliga menos, y sólo se les exige que se muevan y persigan a los caballos. Además, a todos se les despuntan los pitones para evitar percances a las monturas.
Bien, vale. Pero todo hay que cuidarlo para evitar que el espectáculo pierda su esencia. Ayer, en la Malagueta, salieron toros muy desiguales en presentación y peso -uno de ellos con cien kilos menos que la media-, y con los pitones excesivamente romos, que más bien parecían bueyes de carreta que reses para una plaza de primera categoría. Alguien debería plantearse torear los toros en puntas para que la perfección alcanzada no perjudique a la necesaria emoción.
San Román/Sara, Hermoso, Ventura
Toros despuntados para rejoneo de Fidel San Román -el tercero, de Pallarés-, bien presentados, mansurrones y manejables. María Sara: rejón bajo y pinchazo (vuelta). Sufrió traumatismo craneoencefálico y no pudo continuar la lidia. Hermoso de Mendoza: rejón trasero (dos orejas); siete pinchazos y rejón trasero (silencio); pinchazo y rejón trasero (silencio). Diego Ventura: rejón atravesado (oreja); rejón y un descabello (oreja) Plaza de la Malagueta. 19 de agosto. Duodécima corrida de feria. Lleno.
Sobre el albero, los dos rejoneadores más importantes del momento -Hermoso y Ventura- que bien debieran cuidar estos detalles para que sus triunfos tuvieran más peso específico. Les acompañaba María Sara, rejoneadora francesa, poco experimentada, que cometió una imprudencia que pudo costarle caro. Tras pinchar al primer toro en la suerte final, se bajó del caballo, se desplantó delante de su oponente, que hizo por ella, la arrolló y pisoteó hasta dejarla conmocionada. Aunque dio la vuelta al ruedo, fue trasladada a un centro sanitario para su observación. Ofrece Sara mucha simpatía, pero poca seguridad, clava sin ajuste, abusa de las pasadas en falso y evidencia escaso dominio de las distintas suertes.
No fue tampoco una tarde redonda de los maestros a caballo. Hermoso de Mendoza mató tres toros y sólo brilló de verdad en el primero, con un tercio de banderillas sensacional con la colaboración del caballo Chenel. Ambos demostraron un pleno sentido del temple y convirtieron el momento en una verdadera sinfonía del mejor toreo. Una mole de carne era el cuarto, y manso por más señas, y el caballero se limitó a poner en práctica su buena técnica que, precisamente, le falló estrepitosamente a la hora de matar. Y en el último, muy conformista, no se vio al alegre y espectacular maestro de tantas tardes.
Tampoco Diego Ventura estuvo a la altura esperada. Parece como si ninguno de los dos optara por la competencia. Tuvo algunos fallos impropios de su categoría y se dejó alcanzar los caballos en demasía; destacó en los pares a dos manos y, al final, dejó claro que es un torero asentado y ortodoxo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.