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Reportaje:

Alves se despide

El brasileño pide no jugar la previa de la Liga de Campeones mientras el Sevilla cierra su traspaso al Chelsea

El lateral brasileño Daniel Alves vivió ayer sus últimos momentos como futbolista del Sevilla. Por la mañana le pidió al técnico, Juande Ramos, que le dejara fuera de la lista de los convocados para el partido de esta noche contra el AEK de Atenas, en el que el club andaluz se juega participar en la próxima Liga de Campeones. Según Ramos, Alves le había dicho poco antes que no estaba en condiciones de jugar. Mientras la plantilla se entrenaba en el estadio Sánchez Pizjuán, los representantes del Sevilla pulían con el Chelsea, en un hotel de Madrid, un traspaso tan largo en su desarrollo como predecible en su concreción. Alves no podía jugar la previa de la Champions con el cuadro sevillista porque, de hacerlo, se habría cerrado las puertas del londinense al no poder contar éste con él en el torneo.

El jugador llegó hace días a un acuerdo con el club inglés, que le triplica lo que gana

El traspaso se ultima por una cantidad en torno a los 36 millones de euros, de los que unos cuatro dependerán de los logros del equipo inglés con Alves en sus filas. El presidente del Sevilla, José María del Nido, convirtió la negociación en el fichaje del verano a finales de la pasada semana, cuando dijo públicamente que había rechazado dos ofertas por el futbolista, una de 32 millones y otra de 35.

Pero que Alves no iba a seguir en el Sevilla ya lo había dejado claro el propio futbolista nada más llegar de sus vacaciones, tras disputar y ganar con la selección de su país la Copa América. El jugador apeló entonces a la oportunidad de mejorar. La principal mejora era el acuerdo al que había llegado con el Chelsea, que le triplica su sueldo en el Sevilla.

Una vez cumplido el habitual periodo de presión del futbolista, llegó el del equipo pretendiente. Éste lo protagonizó el entrenador del conjunto inglés, José Mourinho, que el pasado viernes admitió su interés por fichar al brasileño y la disposición del club de hacer al Sevilla una buena oferta por él, aunque matizó: "No haremos ninguna estupidez".

Tras el partido de ida de la Supercopa de España, en el que el Sevilla se impuso al Madrid (1-0) en la capital andaluza, el presunto interés del equipo blanco por el lateral irrumpió en el proceso presumiblemente para presionar al Chelsea con vistas al fichaje del holandés Arjen Robben. Y el Madrid suponía un temible adversario para el club del riquísimo ruso Roman Abramovich. Los blancos mostraron menos capacidad económica en la negociación, pero contaban con la posibilidad de ofrecer al Sevilla la cobertura inmediata de Alves en la plantilla (Cicinho) y hasta una baza sentimental (Baptista).

Pero la opción del Madrid no interesaba al jugador, quizá porque ya se había atado con mayor o menor responsabilidad al Chelsea. Además, el club madrileño difícilmente aceptaría ofrecerle los más de seis millones de euros que le pagarán en Londres cada temporada. La venta al Madrid también suponía un problema para el presidente sevillista, Del Nido. Primero, por su verborrea -hace unos meses se ufanó de que el jugador valía 40 millones "y 45 para el Madrid"-. Y segundo, por lo difícil que le sería justificar la venta a otro equipo español y convertir al ídolo de la afición en un temible adversario con la cuenta corriente rebosante. En este caso no valen los argumentos utilizados en las salidas de Reyes por 15 millones, Baptista por 24 y Sergio Ramos por 27. Y los tres jugaron en el equipo blanco, campeón de la pasada Liga en la última jornada, a la que el Sevilla llegó con posibilidades, Alves llegó al Sevilla en diciembre de 2002. El club pagó por él al Bahía cerca de 600.000 euros. Con tan sólo 19 años, sus primeros pasos en el conjunto entonces dirigido por Joaquín Caparrós fueron muy difíciles. Su estilo desastrado y su tendencia a subir al ataque sin respetar la disciplina táctica fueron sendos problemas. Hasta que el Sevilla decidió rehacerse alrededor de esa especie de anarquía infatigable. Ahora está entre los mejores del mundo. O, al menos, cuesta como tal.

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