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Reportaje:Fomento rinde cuentas en el Congreso

"El Estatuto es sagrado e invertiré lo que diga"

Álvarez carga contra la oposición, pero admite: "Fuimos voluntaristas por mantener el servicio de Cercanías con las obras del AVE"

Magdalena Álvarez compareciendo en el Congreso durante más de cuatro horas suele dar para mucho. Si encima la oposición se le lanza al cuello y pide su dimisión, los titulares están garantizados. La ministra de Fomento acusó a los grupos que la acosaron de inventarse las cifras; arremetió contra el Partido Popular por cómo dejó las infraestructuras y por mentir -"va contra la ley de la gravedad"-, y defendió que Cataluña es la comunidad que más inversiones recibe de su ministerio. Al final, hizo autocrítica: "Quizá fuimos demasiado voluntaristas por mantener el servicio de cercanías a la vez que las obras del AVE".

Álvarez se rodeó de la plana mayor de su ministerio. Allí estaban el secretario de Estado de Infraestructuras, Víctor Morlán, y el presidente de Renfe, José Salgueiro, entre otros cargos y técnicos que, tras rebuscar en sus portátiles, le pasaban datos mediante notas. En el Congreso estaba también el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda. No parecía 14 de agosto.

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Gran parte de la comparecencia se convirtió en una guerra de cifras con la oposición. La ministra Álvarez arremetió contra al diputado de CiU Jordi Jané, al que acusó de usar datos de forma torticera para rebajar la inversión en infraestructuras en Cataluña: "La ministra tiene las cifras y no dude de las que traigo, que están certificadas por la intervención general del Estado". Álvarez esgrimió un arsenal de datos sobre la inversión de su departamento "un 51% más que la media anual de la anterior legislatura". Para irritación del bando popular, se ensañó con el PP y con cómo dejó las infraestructuras en Cataluña: "De esos polvos tienen estos lodos".

-"Yo convertí en AVE a Lleida un tren que no lo era", dijo.

-"Claro, con tus manos", le replicó casi al unísono un airado banco popular.

-"No van a tener la osadía de negarlo, como hicieron con las armas de destrucción masiva o las armas químicas", soltó Álvarez.

Y el barullo subió de tono. "El PP es feliz con los problemas de los demás", contestó a las risas de los diputados de ese partido. El PP insistió en que el problema principal es la mala gestión y se encrespó especialmente cuando la ministra destacó que el mismo día de su toma de posesión ya firmó un contrato para construir trenes para Barcelona. "¡Porque el contrato estaba hecho!", clamaba el popular Jorge Fernández Díaz.

Ante las críticas de la oposición de que la inversión del Gobierno en esa comunidad no alcanza el 18,8% del total estatal, como fija el Estatuto de Cataluña para siete años, la ministra replicó una y mil veces que su departamento incluso supera ese porcentaje. "Nos hemos volcado con Cataluña". Los diputados de ERC y CiU mantuvieron que eso no era así para todo el Gobierno. "El Estatuto para mí es sagrado e invertiré lo que diga. Yo hablo de la inversión de Fomento. Para hablar de la inversión de todo el Gobierno, que venga Solbes", zanjó Magdalena Álvarez, que dejaba así claro que ella no respondía por la inversión en las redes eléctricas, competencia de Industria, ni la de otros departamentos como Medio Ambiente. El tono de Álvarez fue muy distinto en sus dos intervenciones. La primera fue una exposición leída, plagada de datos y muy técnica. En la réplica, cargó duramente contra toda la oposición catalana.

Especialmente ofendida se mostró con el portavoz de ERC, Joan Puig, que la acusó de ir a visitar las obras a Barcelona "repartiendo limosna, como un señorito andaluz". "Me llama señorita andaluza y es una falta de respeto muy grande porque es casi lo peor que me puede decir, como andaluza y mujer de izquierdas", replicó la ministra, quien inmediatamente ofreció una salida a Puig al admitir que quizá él ignoraba el cariz peyorativo de la expresión.

-"Soy de ascendencia andaluza y sé lo que es un señorito andaluz", reiteró Puig antes de insistir en la expresión. La ministra negaba con la cabeza visiblemente ofendida. Álvarez arremetió también de manera inusualmente dura contra CiU por criticar la situación en el aeropuerto de El Prat. Su tesis durante toda la exposición fue que El Prat funciona divinamente -"si fueran buenos catalanes no tirarían piedras contra El Prat"- y en cercanías admitió que los problemas "son multitud".

En este apartado, asumió la responsabilidad de la situación y la achacó a una suma de factores. Por un lado, la configuración de la red de cercanías de Barcelona, que tiene en Sants un cuello de botella por el que pasan 1.000 trenes a diario y 203.700 viajeros al día, el 49% del total de la red.

Por otro, la mezcla de las obras del AVE en las mismas vías por las que circulan los trenes de cercanías. "Quizá fuimos demasiado voluntaristas por mantener el servicio de cercanías a la vez que las obras del AVE", admitió. Inmediatamente, matizó que haber suspendido el servicio o reducido la frecuencia de los trenes de cercanías mientras se construye el AVE habría generado más inconvenientes: "La responsabilidad de compartir el corredor del AVE con el cercanías es mía. Si lo hubiéramos cambiado [el diseño es del Gobierno del PP] se habrían retrasado las obras y decidimos no suspender el servicio. De haberlo hecho habríamos afectado a 123 millones de viajeros al año". Álvarez sostuvo que "esta situación mejorará sensiblemente, a finales de septiembre", con dos nuevas vías "y definitivamente, a finales de diciembre de 2007, al finalizar las obras en la estación".

Los partidos le pidieron la dimisión, pero la ministra se mantuvo firme: "No voy a salir corriendo ni me voy a esconder ante los problemas. Asumo la responsabilidad de lo que pasa en el ministerio, incluso si hay sabotajes. Bienvenido sea el día en que el presidente del Gobierno decida que deje el cargo". Antes de entrar ya anunció: "Me iré de Fomento cuando el presidente me lo pida" y a los diputados les insistió en que los ministros dependen del presidente, no del Congreso.

Para concluir, la ministra recordó que en otras comunidades acusan al ministerio de favorecer a Cataluña, mientras que en esa sala se la acusaba de exactamente lo contrario: "La ministra tiene a toda España en la cabeza", fue una de sus últimas frases. Y concluyó una tensa sesión plagada de reproches.

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