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Reportaje:

Las playas de Benidorm crecen

En los últimos 15 años se han ganado 20.000 metros cuadrados de arena de forma natural

Donde antes cabían 50.000 personas ahora son 53.000. O si lo prefieren, esas 50.000 estarán un poco más cómodas. Las playas de Benidorm crecen en extensión. Se hacen más grandes. Y si este hecho tiene consecuencias para el turismo de masas en la ciudad que por ella sola alberga a la mitad del turismo de la Comunidad Valenciana, mucho más interesante parece desde el punto de vista medioambiental, justo en un momento en el que la regeneración artificial practicada a varias playas ha sido un fracaso. "Normalmente, a los pocos años de la regeneración de las playas ya se ha perdido entre un 30% y un 40% de su extensión en la mayoría de casos", explica Moisés Pellicer, biólogo del Ayuntamiento de Benidorm. La playa de Poniente de la localidad sufrió una regresión natural alarmante en la década de los 80 y tuvo que ser regenerada de forma artificial en 1991. Desde entonces no sólo se ha logrado mantener la arena, sino que en términos globales la ciudad ha aumentado en un 6%, con cerca de 20.000 metros cuadrados de más, el equivalente a entre seis y siete metros de anchura repartidos entre sus dos principales playas: Levante y Poniente.

Hasta 2002 los operarios redistribuían la arena para equilibrar las zonas que habían ganado espacio al mar con las que lo habían perdido
"Normalmente, a los pocos años de la regeneración de las playas se ha perdido entre un 30% y un 40% de su extensión"

El secreto radica en la gestión y en el "más absoluto respeto al medioambiente", asegura la concejal del área, Josefa Pérez. Hasta 2002 los operarios municipales redistribuían en determinados momentos la arena para equilibrar las zonas que habían ganado espacio al mar con las que lo habían perdido. "Nos costó tomar la decisión, pero dejamos de hacerlo y fue todo un acierto. La distribución de la arena se autorregula de forma natural", indica Pérez.

El equipo de playas cuenta con un biólogo. Moisés Pellicer, responsable de medidas que un principio podían parecer impopulares en una ciudad con las playas abiertas 365 días al año, como dejar en invierno las algas en la orilla "para frenar el oleaje y sus efectos". Otras decisiones que ayudan a impedir que el viento arrastre las partículas de polvo son los paneles verticales de madera colocados en el paseo de Levante. "Cuando hace viento chocan y caen. No son empujados hacia la carretera para que se los lleve la arena", indica Josefa Pérez. A otro nivel, las grandes torres de apartamentos de primera línea que tanto critican los detractores de Benidorm contribuyen a frenar la brisa marina y que se aleje la arena de su espacio. Y es que este modelo urbanístico tiene grandes ventajas, entre las que figura el ahorro energético y de agua.

Desde 1994 se realizan mediciones topográficas de la arena. El ingeniero técnico en topografía José Manuel Muñoz también forma parte del equipo de Pérez. "Las playas de Benidorm están orientadas al sur. En función de las corrientes y el viento que entra a la bahía se modifican los depósitos de arena, que suelen crecer en unas zonas y decrecer en otras", indica. Muñoz es contrario a cuantificar en metros cuadrados el espacio ganado dada la dificultad de extraer conclusiones "en un contexto de cambio climático". Lo importante, señala, es hacer un seguimiento del comportamiento para poder actuar en caso de necesidad.

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A lo largo del año se realizan cuatro mediciones de la línea de la playa en 17 puntos de la playa de Levante y 27 puntos de Poniente. En esta última existe en la actualidad una superficie de 231.344 metros cuadrados, 11.770 metros cuadrados más que en 1994. Y en Levante existe una superficie de 123.162 metros cuadrados, 7.931 metros cuadrados más que en 1994. Se han ganado 7,22 y 6, 1 metro de anchura respectivamente, aunque por los motivos explicados por el topógrafo, su distribución no es uniforme.

En los extremos de las dos bahías es donde mayor acumulación de depósitos se ha producido gracias a las corrientes de viento aludidas. En Tamarindos, extremo occidental de Poniente, se ha pasado de 48 a 64 metros; en el Parque de Elche, principio de la bahía, de 72 a 94 metros; y en el Torrejó, su equivalente en Levante, de 21 a 45,5 metros. Por el contrario, en la parte central de Levante se ha mantenido y en la zona de Fontanelles, en Poniente, ha disminuido de 62 a 39,32 metros.

La recuperación de arena en la playa de forma natural ha calmado la preocupación existente en el municipio por la zona conocida como El Llossar. En la mayor parte de la playa de Levante emergen unas rocas en la orilla que provocan problemas a los bañistas que se adentran descalzos al agua. Desde el consistorio, las diferentes corporaciones municipales han planteado múltiples opciones para erradicarlo dado el impacto que tiene El Llossar sobre el turismo. Todas estas opciones siempre han estado rodeadas de polémica, como la que planteaba taladrar la roca con máquinas especiales para hacerla desaparecer. El año pasado se tuvieron que colocar plataformas de hormigón en la orilla en la zona de playas accesibles para que la roca no destrozara los vehículos especiales con los que los minusválidos toman el baño. "Lo mejor es que la arena cubra la piedra como ha sucedido este año. No soy partidaria de soluciones agresivas y, de hecho, la trayectoria que hemos llevado a cabo en el departamento ha demostrado que el respeto por el medioambiente y la sostenibilidad son los mejores aliados", señala Pérez.

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