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HUMORISTAS
Columna
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Apertura de archivos

Las continuas aperturas de archivos de diferentes naciones o estamentos (URSS o Pentágono, por ejemplo) están aportando nuevas perspectivas a los historiadores. Las sorpresas son continuas, aquí van unas cuantas.

Según cuenta Quesada, el cronista de la corte de Carlos V, cuando el emperador conoció a Lutero, reuniendo al efecto la Dieta de Worms, exclamó: "¡Este alemán, este alemán, me la va a formar buena!". El hijo de Felipe el Hermoso acertó en lo segundo. Desde luego, le formó una que pa qué las prisas, como diría el clásico. En lo de alemán acertó menos: ¡¡¡Lutero era español!!! Después de la reciente apertura de los archivos secretos de la Dieta de Hamburgo, se sabe que el creador de lo que viene siendo el protestantismo era nacido en Tragacete, Cuenca. Del apellido no nos ha llegado noticia, pero sí del nombre, Eleuterio. Según dichos archivos, no era difícil verle comiendo zarajos de Cuenca (tripas de cordero enrolladas alrededor de pequeños sarmientos), saboreando el rico morteruelo (desmigado de carne de caza y corral) y dándose a la ingesta moderada de lo que podríamos llamar un protoresolí (resolí, bebida fundamentalmente de café, coñac y anís inserta en una botella con forma de lo que parecen ser unas casas colgadas).

¿Qué obtuvo Engels apoyando a Marx? Poca cosa. Su doctrina, su filosofía, su pensamiento, se llamó marxismo. Si al menos se hubiera llamado marxismoengelismo o incluso engelismomarxismo por simple orden alfabético... ¿Pretendía ganar dinero? No, me temo todo lo contrario. ¿Por idealismo? Sí, por idealismo, ahora podemos estar seguros: ¡¡¡Porque era español!!! Después de la reciente apertura de los archivos secretos de Hyde Park se sabe que Friedrich Engels se llamaba en realidad Federico Hernández (de Hernández a Engels hay sólo un paso) y que había nacido en Chillarón, Cuenca. También conocemos que era un contumaz consumidor de zarajos, que adoraba el morteruelo y que no era raro verle acabar una copiosa comida con una copiosa copa de resolí.

¿Se sabe algo más de JFK? De la muerte, no, y eso que Iker está investigando. Pero de la vida, sí y, por tanto, quizá de la muerte. John Kennedy se llamaba Juan Hernández, según datos aportados por la reciente apertura de los archivos secretos de Springfield, y sí... ¡¡¡era español!!! De ahí podemos entender su hidalguía que tanto le caracterizó. Llegó a América a los 15 años, amoldó su apellido a su nuevo país -de Hernández a Kennedy hay sólo un paso- y andando el tiempo, y así, poquito a poquito, llegó a presidente de los Estados Unidos. Según los mencionados archivos, era un gourmet del zarajo, diferenciaba el de lechal del de recental, apenas tomaba morteruelo -le producía acidez- y jamás rechazaba una buena copa de resolí. Había nacido en Tragacete, Cuenca, junto a la casa de Lutero.

¡Hay Maradona, Maradona, si no te hubieras marchado de tu tierra! El devenir de la selección nacional de fútbol del Estado español hubiera sido otro si, como refleja la reciente apertura de los archivos secretos del barrio de la Bocca, Diego hubiera jugado con su país natal, España. ¡Ay, esos cuartos de final. Ay, esos mustios collados! Diego Armando Maradona se llama en realidad Diego Hernández Hernández, apellidos claramente conquenses. El Pibe nació en Tarancón, Cuenca, y a los 10 años se trasladó a la Argentina. Y ya allí, de Hernández Hernández a Armando Maradona hay sólo un paso. Según los archivos mencionados, la conducta de Maradona era rara, apenas libaba resolí y gustaba muy mucho de zarajos y morteruelo.

Y a Sarkozy no hay más que mirarlo. ¡¡¡Es español!!! Lo que ya se atisba y se intuye en comparecencias públicas, el ademán y el acento lo delatan, lo acaba de confirmar la reciente apertura de los archivos secretos del Barrio Latino, Quartier Latin. Sarkozy, nacido en Cuenca capital, se apellida Hernández. Cuando se marchó a Francia con la idea de convertirse en presidente de la República francesa pensó en cambiar el apellido. Y ya se sabe que de Hernández a Sarkozy hay sólo un paso. Según datos de dicho archivo, su perfil sería el de un moderado bebedor de resolí, exquisito degustador de zarajos y concienzudo comedor de morteruelo.

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