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Reportaje:

Barenboim regresa a la plaza Mayor

El director argentino-israelí elige a Beethoven y Chaikovski para pedir la paz en Oriente Próximo con músicos judíos y palestinos

Las hostilidades entre las milicias de Hezbolá y las venganzas desproporcionadas del ejército israelí en el sur del Líbano, motivaron el concierto que hace justo un año ofreció en Madrid la West-Eastern Divan dirigida por Daniel Barenboim. Un año antes, la misma orquesta y el mismo director no pudieron por menos que dedicar su concierto al atentado de Londres por los radicales islamistas y uno anterior rindieron homenaje y recuerdo a las víctimas del 11-M en Atocha. Y es que Barenboim no ha dejado de pensar, pese a los tristes acontecimientos que parecen repetirse cada año, que la alianza, o como quiera llamarse, de civilizaciones es posible, y que la música puede ser un buen inicio para el entendimiento.

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Este año no hay una causa, motivo o suceso concreto que justifique un nuevo concierto, pero el director argentino-israelí sigue empeñado en clamar al mundo que la solución del conflicto de Oriente Próximo, madre de tantos otros conflictos, no pasa, necesariamente, por la vía militar. Barenboim se muestra escéptico de esperar algo de los políticos y por eso decidió hace tiempo "empezar por algo". Ese algo es, para él, la música. Y si ésta se interpreta por músicos de varias nacionalidades y culturas, muchos de ellos implicados en los conflictos, mejor. Con el fallecido filósofo y escritor palestino Edward Said propició hace unos años la Fundación Barenboim-Said, cuya expresión más palpable es la Orquesta West-Eastern Divan que apadrina la Junta de Andalucía.

La West-Eastern Divan la forman jóvenes músicos instrumentistas esencialmente palestinos e israelíes, aunque también hay españoles, jordanos, libaneses y de otros países cercanos a la región en conflicto. El nombre de la orquesta, que se fundó hace ya ocho años, es un reconocimiento a la colección de poemas de Johann Wolfgang von Goethe, el escritor alemán que se interesó por aprender árabe cuando tenía más de 60 años. Barenboim tiene la doble nacionalidad argentina e israelí. Said, que era palestino, propuso una forma de pensar y actuar que no resultaba cómoda ni para sus compatriotas palestinos ni para los israelíes, lo que originó cambios de actitud entre los intelectuales de todo el mundo hacía el conflicto judío árabe. Criticó a los sucesivos gobiernos israelíes, sin dejar de ser crítico también con algunas de las posturas de la Autoridad Palestina, que presidía entonces Yasser Arafat. Said murió en Nueva York en 2003 víctima de una leucemia.

Recordándole, Barenboim no falta a su cita veraniega con Madrid desde 2004. Hay un empeño casi personal del propio alcalde de la ciudad, al que se le adjudica el papel de principal fan del director argentino, en que así sea. En las tres ocasiones en las que ha estado Barenboim dirigiendo a la West-Eastern Divan en la plaza Mayor, Alberto Ruiz-Gallardón se ha colocado siempre extasiado entre las primeras filas.

Este año Daniel Barenboim ha diseñado un repertorio diferente. Resulta espectacular contemplarle dirigir cada movimiento elegido sin recurrir a partitura alguna. El año pasado fue con la Novena Sinfonía de Beethoven, este será también con pasajes del propio compositor alemán y con La Patética, del compositor ruso Chaikovski cuya atormentada vida fue llevada al cine por Ken Russell en la aclamada película La pasión de vivir. La Patética fue su última y sexta sinfonía, un arrebato del compositor al sentirse culpable por haber negado siempre su homosexualidad. La partitura elegida de Beethoven, por su parte, es la Leonora 3, una pieza que el alemán compuso como obertura de Fidelio, pero que dejó como pasaje suelto. Por sí misma, Leonora 3 describía a la perfección su propia trama dramática y por eso no necesitaba englobarse en una obra total y completa.

La carga emocional, por tanto, está servida esta noche en la plaza Mayor de la mano de la West-Eastern Divan, de su director, Barenboim, y de un repertorio que apela en sus dos compositores elegidos, a la parte más solitaria del ser humano. La paz es posible, y la música puede ser el vehículo para llegar antes a ella.

Daniel Barenboim con la West-Eastern Divan: Leonora 3, de Beethoven, y La Patética, de Chaikovski. Hoy en la plaza Mayor a las 22.00. Gratis.

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