Domingo de resaca trágica en Huesca
La ciudad vive conmocionada un atropello con dos muertos y siete heridos
La Sala Manhattan es un cubo de chapa roja atrapado entre una curva de la Ronda Industrial y una nave de grúas. El sábado por la noche, la carretera de la Ronda está desierta. Un coche, también rojo, cruza la mediana por un paso de peatones y se detiene frente al Manhattan, a dos metros del punto en que la noche anterior Víctor Manuel Gómez Rivero, de 22 años, embistió con su vehículo a 160 kilómetros por hora a un grupo de 20 personas que salía de la discoteca. Hoy, la sala está cerrada en homenaje a los dos muertos y los siete heridos del viernes. Del coche rojo desciende Francisco González, uno de los cuatro propietarios del Manhattan. Viene a colgar un cartel de pésame y reflexionar unos momentos, pero niega ser un cómplice de regreso a la escena del crimen: "Los del polígono han aprovechado el accidente para lincharnos, cuando el culpable es un energúmeno que no sabía lo que tenía entre las manos".
La familia de María del Mar Fumaral, de 34 años, reconoce que ha tenido suerte. Pueden hablar de lo incómoda que resultará la escayola en verano. El viernes, María del Mar había salido a tomar unas copas con unos amigos, entre los que se encontraban Javier Alós, de 38 años, y Fernando Omiste, de 44, también heridos en el accidente. "Ya es mala suerte, para una vez que nos decidimos...", relata mientras se revuelve incómoda en la cama del hospital. "Cuando recuperé la consciencia quise incorporarme, pero la pierna no me dejaba. Cerré los ojos y pedí que me llevaran a casa. Aquello parecía una mala broma".
El Manhattan está al final de una larga recta, "una carretera rápida, con buen firme", opina Benjamín Vázquez, propietario del restaurante O'Lagar, pionero en el polígono. "Los accidentes son anteriores a las discotecas, pero desde que el Ayuntamiento quiere vaciar el centro por aquí hay más movimiento". El primo de Benito Joaquín Ríos Bernard, de 27 años, uno de los dos fallecidos, se indigna cuando habla de "la manía de sacar fuera de la ciudad la movida".
El accidente ha emponzoñado el debate sobre la conveniencia de recortar los horarios de apertura de los bares del centro, para trasladar a los jóvenes a las discotecas de los polígonos. Dentro de la polémica, todos están de acuerdo en que los polígonos no están acondicionados como zonas de ocio. La Federación de Polígonos Industriales protesta desde hace meses porque el Ayuntamiento concedió licencias de apertura a las discotecas Kafka y Manhattan sin que existan infraestructuras. Los atropellados esperaban un taxi en una curva abierta.
Los dueños del Manhattan se quejan además de la escasa presencia policial. Alberto Edroso, el intendente de la Policía Local, reconoció el sábado que a esa hora no había patrullas que vigilaran los polígonos. El alcalde, el socialista Fernando Elboj, ya ha anunciado que la próxima semana estudiará la conveniencia de trasladar las zonas de ocio a la periferia.
Huesca tiene 50.000 habitantes. "Aquí nos conocemos todos", explica la tía de Benito, amiga también del otro fallecido, Javier Pérez Porte, de 40 años. "El viernes quien no perdió un hijo perdió un vecino", insiste. Repite sin cesar una idea: "En Huesca nunca había pasado algo así". Desde junio de 2006 sólo una niña había muerto en un accidente de tráfico, por eso la conmoción es enorme.
Quizás porque Huesca es como una gran familia, cuesta hablar del conductor, Víctor Manuel Gómez Rivero, que permanece detenido. En los bares hay quien le llama Fittipaldi, pero la parroquia no ríe la gracia. A Marco, antiguo compañero de Víctor Manuel en Acerinox, sólo se le ocurre una forma de explicar lo sucedido: "Salió y se le cruzaron los cables", algo excepcional en un joven carpintero "muy sanote, que no abusaba del alcohol". La noche del atropello, Víctor Manuel venía de una fiesta en un pueblo cercano, y casi triplicó la tasa legal de alcohol. A la espera de los resultados, algunos testigos aventuran que "puede batir un récord en el test de drogas".
El concejal de Seguridad Ciudadana, Luis Felipe, desmiente todos los rumores: drogas, carreras de autos, una persecución de la Guardia Civil... Sólo uno se ha confirmado: un copiloto acompañaba a Víctor Manuel en su carrera desenfrenada. El sábado, la policía le localizó, lo identificó como C. C. M. R., de 20 años, y tras tomarle declaración le dejó en libertad.
Mientras tanto, los heridos evolucionan, pero no todos bien. Francisco Alós salió el sábado del hospital de San Jorge de Huesca tras varias horas en observación. María del Mar Fumaral, Fernando Omiste y Santiago Mainer, de 21 años -este último grave-, continúan mejorando. En el otro extremo, Miguel Leris Mañas, de 28, con todas las extremidades rotas, fue trasladado ayer al Hospital Clínico de Zaragoza, donde ya está Antonio Rodríguez Zamora, de 31, al que le han amputado las dos piernas y sufre importantes lesiones neurológicas. En el Miguel Servet de Zaragoza también permanece muy grave Francisco Carruesco, de 36 años.
Los domingos son siempre los días más duros. En un mismo día, dos funerales: Benito y Javier. En el entierro de Javier, un grupo de viejos rockeros recibió el coche fúnebre. "Javier era un grande. Tuvo un bar por el que hemos pasado todos", explicaba un amigo. Dos horas después, a escasas manzanas, la parroquia del Perpetuo Socorro tocaba a muerto anunciando la llegada de Benito. Continúa la resaca.
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