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Una informática antediluviana

Que en la era de Internet muchos jueces tengan que elaborarse su propia estadística con el rudimentario sistema del palo, palo y raya, cuesta de creer. Pero es verídico. El magistrado José Antonio Rodríguez abre un cajón de su mesa de trabajo y exhibe un folio con su primitiva hoja de cálculo.

"La gente tiene que saber que trabajamos chapuceramente. El ciudadano no tiene el servicio que se merece", explica Rodríguez. "Tenemos unos instrumentos informáticos lamentables", añade la juez Dolors Leyba, antes de relatar una ristra de ejemplos. "Los documentos que escribimos en el ordenador se borran a los 15 días, no se pueden revisar los autos que dictamos después de tres meses, no tenemos porcentajes de resolución, no podemos asociar datos y estamos trabajando con modelos de impresos que están caducados pero que nadie elimina del sistema", añade.

El Departamento de Justicia es más optimista y asegura que en su día se adaptó el programa informático Themis II a las necesidades de los juzgados de ejecutorias. "Se llevaron a cabo más de 20 actuaciones distintas para incorporar todos los requerimientos técnicos que exigía el nuevo programa", asegura Daniel Bartomeus, director general de Modernización de Justicia de la Generalitat. De esa manera, cuando se teclea el nombre de un penado se puede saber si tiene otras causas pendientes de ejecutar y en qué juzgado se encuentran.

Los jueces reconocen que eso es cierto, pero censuran la torpeza del sistema, que cuando se teclea una letra errónea en una identidad es incapaz de asociar ese nombre a otro.

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