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Reportaje:

Crioterapia en los Alpes

Di Salvo, el preparador físico del Madrid, revoluciona los hábitos de la plantilla con nuevas técnicas y entrenamientos individualizados

Eleonora Giovio

Walter Di Salvo es el nuevo responsable de la preparación física del Madrid. Es un viejo conocido de Chamartín, ya que estuvo a las órdenes de Queiroz en 2003, y se dice sorprendido de haber dejado tan buen recuerdo. "Alguien debe de haber hablado muy bien de mí porque no conocía a nadie de la nueva junta directiva", asegura sonriendo. Terminadas las vacaciones, ya se había hecho a la idea de otro año con lluvia y frío en Manchester -tenía tres años más de contrato con el equipo de Ferguson- cuando recibió una llamada del cuadro de Bernd Schuster.

"No me lo pensé dos veces. El proyecto era muy ambicioso. Avisé a los ingleses de que les iba a dejar tirados e hice las maletas", comenta. Eso sí, antes prometió a sus dos hijos que en Madrid buscaría una casa con jardín y piscina y un colegio italiano.

"Un central, con 'sprints' muy cortos, no se entrena como un lateral, que hace carreras largas"
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De momento, la búsqueda ha quedado suspendida. Walter tiene otras cosas que planear. Entre ellas, la preparación física del conjunto blanco, que el 11 de agosto tiene el primer compromiso importante, en la ida de la final de la Supercopa española contra el Sevilla. Di Salvo, en tan sólo una semana, ha revolucionado los hábitos de la plantilla. Los jugadores se han encontrado con la crioterapia. Después de cada entrenamiento se sumergen hasta las caderas en una bañera con agua y hielos de cinco a seis minutos. "Unos estudios han demostrado que el frío facilita la recuperación física. Los jugadores se lo han tomado bien: si le explicas las cosas y lo que te pasa por la cabeza se quedan encantados", asegura. Entre sus objetivos está, además de una recuperación rápida, sacar el máximo rendimiento de cada jugador. "El futbolista no es como un atleta que corre los 100 o 400 metros y que llega al mes de julio para competir en la carrera más importante del año. El futbolista debe tener un rendimiento medio alto durante 10 meses. Ése es mi objetivo", explica el preparador.

Di Salvo ha elaborado un sistema de trabajo que utilizó también en su etapa con los diablos rojos: trabajo específico por cada jugador -en función de la posición que ocupa en el campo y en función de su historial de lesiones- y seguimiento diario a través de varias pruebas. "Estoy intentando introducir la cultura del trabajo individualizado", dice Di Salvo, que estudia crear un centro de preparación como el Milan Lab.

"No me vale con la hora y media de entrenamiento. En un fútbol tan físico y tan intenso como el actual, eso no es suficiente. Quiero que los jugadores sigan el plan de trabajo decidido por el entrenador en el campo, pero que antes y después se pasen por el gimnasio para hacer un trabajo más específico", puntualiza. La especificidad de la que habla Di Salvo consiste en el trabajo de la fuerza física y de la mejora de la capacidad aeróbica, del equilibrio y de la elasticidad. Los jugadores ya han hecho suyas las ideas del preparador físico italiano.

Después de cada entrenamiento se dirigen al gimnasio. Allí trabajan para potenciar el físico, pero también realizan unas series de ejercicios para prevenir las lesiones. "He dividido a la plantilla en distintos grupos en función de las lesiones que han sufrido a lo largo de la temporada pasada", cuenta Di Salvo. "Cada grupo hace un trabajo específico para evitar que se vuelvan a producir las mismas lesiones", prosigue. "El gimnasio es un sitio donde llevaré a la plantilla muy a menudo. La prevención de las lesiones es un aspecto fundamental que hay que cuidar constantemente. No cada diez días".

Para ello, el Madrid contará con un preparador físico que se dedicará exclusivamente a eso. "De momento, somos tres

[le acompañan Santi Lozano y Jordi García, fichados tras una serie de entrevistas personales] pero a la vuelta a Madrid habrá otros dos: uno para el trabajo en el gimnasio y otro que se dedicará a trabajar con los que no irán convocados con el equipo", comenta. "Una sola persona no puede hacerse cargo de todo".

El plan de trabajo específico no se limita únicamente al gimnasio. "Cada entrenador personaliza su modo de jugar..., y los preparadores físicos también hacemos lo nuestro", explica Di Salvo. Para él, el punto de partida es lo que llama "modelo de prestación". "No es nada más que el análisis de la actividad fisiológica que hace cada jugador durante un partido", explica. "Yo utilizaré mucho los datos que recojan las cámaras del Bernabéu. Me gusta trabajar esos aspectos", añade. "Así es como se descubre que un central que sólo hace trabajo defensivo, con unos sprints muy cortos, rápidos pero pausados, no tiene por qué entrenarse como un lateral cuyas carreras son muchos más largas, con más progresión", sostiene.

Y es que en cada entrenamiento Di Salvo hace un trabajo específico por posiciones. Los centrocampistas y los laterales, que trabajan constantemente en la fase ofensiva y defensivas, ejercitan más la resistencia física y están sometidos a más cargas de trabajo. Los delanteros y los centrales, en cambio, trabajan más la potencia y el sprint.

"Hace unos 20 años, cuando no había conocimientos científicos, se hacían entrenamientos más generales, pero ahora hay que aprovecharse de la tecnología y concentrarse en lo específico", afirma el técnico. Prueba de ello es que, a través de unos sistemas tecnológicos, irá construyendo una base de datos.

Varios jugadores del Real Madrid, durante un entrenamiento en Irdning, con Schuster y Manolo Ruiz, segundo entrenador, al fondo.
Varios jugadores del Real Madrid, durante un entrenamiento en Irdning, con Schuster y Manolo Ruiz, segundo entrenador, al fondo.EFE

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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