Y Armstrong perdió los nervios
El estadounidense anima y aconseja a Contador durante la contrarreloj desde el coche de Bruyneel
La última vez que Lance Armstrong pasó por el Tour vio ganar a Michael Rasmussen la etapa entre Bourg d'Oisans y Le Toussuire, el 19 de julio del año pasado. Ayer, aunque la realización de Antenne-2 le ignorara, el tejano de Austin, siete veces campeón del Tour, copropietario del Discovery Channel, volvió a la carrera y, sentado en el asiento del copiloto del coche que conducía el director deportivo, su amigo Johan Bruyneel, siguió los 55 kilómetros de la contrareloj entre Cognac y Angoulême detrás de Alberto Contador. "Me enteré de que vendría al terminar la etapa en el Aubisque... Para mí ha sido un honor y un aliciente llevarle detrás", aseguró Contador, que escuchó bramar al americano durante la prueba. Bruyneel daba instrucciones y, a través del pinganillo, Contador escuchaba los gritos de Lance.
"Nunca le había visto tan nervioso como esta tarde", reconoció Bruyneel al final de la etapa, todavía sorprendido por la actitud de Armstrong en el coche. "Durante la carrera, daba órdenes y gritaba, como si el director del equipo fuera él. Al acabar... No sé ni qué hemos dicho ni qué hemos hecho: gritar, abrazarnos... Lo ha vivido intensamente, nunca le vi tan nervioso", insistió el belga, en su día director del corredor norteamericano. Ahora son amigos. Bruyneel, el hombre que iba para jefe del sindicato de ciclistas, se cruzó con Armstrong en un hotel de Barcelona y le propuso dirigir el US Postal: "Ha sido una gran alegría para mí tenerle al lado en un día tan bonito", convino el belga.
"Vi a Lance tenso en la salida, como intranquilo. Le miraba y pensé: 'Una sensación conocida le viene a la cabeza, pero debe saber que a él ya no le toca correr", aseguró el ganador de la etapa, Levi Leipheimer, mientras Bruyneel hablaba rodeado de cámaras de televisión. Entretanto, Bill Stapleton, mánager general del Discovery y Bart Knaggs, presidente del equipo, se abrazaban felices a los auxiliares que protegían la roulotte. Contador, en una nube, recogía flores en el podio. Numerosos aficionados, curiosos, contemplaban la montonera de periodistas y, en ésas, se abrió la puerta lateral del vehículo y apareció Armstrong.
El estadounidense ha ganado peso y canas, y eso le confiere cierto aire de galán de cine. "Está mucho más guapo", dijo una señorita al verle. Bruyneel le cedió la palabra y habló el campeón. "Estoy muy contento", dijo de entrada. Vestido con una camiseta oficial del Discovery, de color blanco, y oculta su mirada tras unas gafas Rayban, Armstrong no podía disimular una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja: "Tenemos el mejor equipo del mundo y lo hemos demostrado. Vinimos con la esperanza de ganar alguna etapa, meternos entre los cinco primeros y que Alberto ganara el maillot blanco... Lo hemos superado ampliamente", dijo, antes de elogiar al ciclista madrileño: "Tiene mucho talento, ha estado fantástico. Estoy sorprendido por su valentía. Sabía que tenía un golpe de pedal único en la montaña, pero nos ha demostrado que puede ser un gran contrarrelojista".
Para Armstrong, lo mejor de todo es que Contador sólo tiene 24 años: "Su margen de mejora es muy grande", convino. "Tiene tiempo para ganar muchos Tours y, por qué no, para superar mi récord, que para eso está, para ser superado". Armstrong reconoció que durante buena parte de la carrera temió que Contador cediera ante Evans: "Ha sido más complicado de lo esperado".
Bruyneel escuchaba al heptacampeón del Tour encantado. Le sobran motivos. Con la victoria de ayer entra directamente en la mística del ciclismo: es el directo que más veces ha ganado el Tour (ocho), superando a Cyril Guimard -con Van Impe (1), Hinault (4) y Fignon (2)- y a José Miguel Echávarri, que los ganó con Delgado (1) e Indurain (5), y tiene pendiente de reconocimiento el de Pereiro. "Eso da igual ahora", comentó modesto el director del Discovery. "Lo importante es que terminaremos el Tour como el mejor equipo y con el maillot amarillo".
Bruyneel también reconoció que el resultado puede ser sorprendente, incluso para él -"los planes al inicio eran otros"- pero convino en que así se ha desarrollado la carrera y que, sin Rasmussen, Contador ha sido el mejor. "Sabíamos que era un gran escalador, y ahora sabemos que puede defenderse también en las etapas contrarreloj", aseguró el director deportivo. Eso sí, el belga huyó de cualquier comparación entre Armstrong y Contador: "Lance era el mejor en todo y, aunque la cadencia de pedaleo le recuerde, Alberto es un escalador excepcional, pero no un portento en la crono como lo era Lance", dijo Bruyneel.
"Pensaba que sería más fácil mantener el maillot amarillo, pero Evans ha corrido muy rápido y nos ha hecho sufrir mucho. Hasta el kilómetro 50 no hemos respirado tranquilos", añadió el jefe del ganador del Tour, que ayer, por primera vez en su vida, vio a Lance Armstrong ponerse nervioso.
Vuelve el Discovery
El tiempo pasa, los escándalos de dopaje se ceban en el Tour, Lance Armstrong está jubilado... Pero algo sigue igual. El Discovery Channel sigue siendo el amo y señor de la ronda francesa.
Si los cimientos de la escuadra estadounidense son de origen tejano, el futuro habla con acento madrileño. Castizo. De Pinto. Armstrong, el ciclista imperturbable de Austin, la capital del estado de Tejas, el ganador de siete Tours consecutivos, siguió la lucha contra el crono de Alberto Contador. Le vio sufrir, asomarse al precipicio, estar a un paso de perder el colchón de segundos que le sacaba a Cadel Evans. El australiano se quedó a 23 segundos del maillot amarillo, de figurar en lo alto del podio esta tarde en los Campos Elíseos.
Pero si Armstrong sufría desde el coche junto a Bruyneel, sacando la cabeza por la ventanilla para animar a su pupilo, Contador también sufría lo suyo encima de la bicicleta. Y escuchando la voz de Armstrong, recordaría Mi vuelta a la vida, el libro del ciclista estadounidense que relataba su batalla contra el cáncer, y que ayudó al de Pinto a superar su cavernoma cerebral. Contador homenajeó ayer a quien se fue de un equipo, el Discovery, dejando un sello propio. El sello del ganador.
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