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Entrevista:MIGUEL-ANXO MURADO | Escritor y periodista

"El intelectual debe comprometerse con el escepticismo"

Miguel Anxo Murado (Lugo, 1965) ha aprovechado su visita de unos días a Galicia para presentar su último libro O soño da febre en el que parte de una anécdota personal para engarzar varios relatos en los que la fiebre es el principal protagonista. Murado compatibiliza su actividad como escritor con el periodismo y, después de haber trabajado durante varios años como corresponsal en Oriente Próximo, ahora ejerce como corresponsal de la BBC en Madrid donde reside desde hace tres años.

Pregunta. Escritor y periodista ¿Es posible ser ambas cosas a la vez?

Respuesta. Todo el que escribe es un escritor. Periodismo es contar cosas y la literatura también, aunque haya géneros distintos. Para mí el periodismo es una vocación tardía, primero fui escritor y luego periodista, un oficio por el que me interesé porque me podía ayudar como escritor. El periodismo es el equivalente a la rima en la poesía, te obliga a escribir dentro de unos modelos muy estrictos y eso enseña a escribir. El periodismo es una forma de hacer literatura en el tiempo presente, aunque son dos oficios distintos porque las condiciones laborales de ambos son diferentes.

"En Madrid ven a Galicia conservadora y da igual lo que ocurra porque el tópico sigue. El conservadurismo es como la Santa Compaña"

P. Ha trabajado varios años como corresponsal en Oriente Próximo. ¿Cree que los conflictos en la región tienden a solucionarse o a empeorar?

R. Creo que la situación en la región está estancada desde hace décadas. Pese a lo que pudiera parecer, el problema es que en Oriente Próximo no ocurre nada. Hay distintas guerras, pero en términos políticos no pasa nada. El problema es resolver el impacto que ha causado la creación del Estado de Israel, pero la cuestión nunca se plantea en estos términos, sino en función de los intereses de Occidente, es decir, del petróleo y de la estabilidad. No se piensa en los habitantes ni en sus necesidades tanto de palestinos y jordanos como de israelíes. Dedicamos mucha atención a Oriente Próximo porque tiene un gran valor simbólico, pero si excluimos Irak, que es una tragedia de proporciones descomunales, son conflictos que implican injusticias muy grandes pero no son muy sangrientos.

P. ¿Afecta a la imagen de la causa palestina la guerra interna que mantienen entre ellos?

R. El problema es que lo que ocurre en Palestina se interpreta de manera incorrecta. No se trata exactamente de un conflicto entre islamistas y laicos, hay una cuestión de legitimidades. La Unión Europea forzó a los palestinos a votar y exigió para celebrar esa elección que Hamás se presentase. Hamás ganó y ahora como no gusta este resultado se da un golpe de Estado contra el Gobierno legítimamente elegido. Esto es una pésima práctica política y además es un error, porque Hamás en el año que ha gobernado ha hecho una tregua con Israel y además no ha islamizado Palestina. Se ha buscado la guerra civil entre los palestinos por parte de Israel y también lo ha hecho la Unión Europea por su mala gestión. Yo hago responsable a Javier Solana. Creo que es una persona nefasta por la manera en la que lleva la política europea.

P. En los medios de comunicación cada vez escriben más intelectuales que se alinean con una u otra causa. ¿Esto es un reflejo de la división de la sociedad?

R. Existe el cliché de las dos Españas y hay algo de cierto en esto. A mí me parece que alinearse en un bando u otro supone abdicar de la misión que tiene un intelectual y que consiste en ser crítico. El intelectual es la persona que duda, no la que está segura de todo. Para mí el compromiso del intelectual debe ser con el escepticismo.

P. ¿Ve posibilidades de convertir a la Cidade da Cultura en algo positivo para Galicia?

R. Me temo que no. La idea era pésima y de ahí no puede salir nada suficientemente bueno para justificar ese gasto. Saber lo que puede hacerse ahora con los edificios que ya están levantados es algo que se me escapa porque hay que conocer el tema en profundidad.

P. ¿Ha cambiado la imagen de Galicia en Madrid con la nueva Xunta?

R. A Galicia se la ve como una autonomía conservadora y da igual lo que ocurra porque el tópico permanece. Galicia se ve como un sitio donde se come muy bien, la gente es muy amable y muy conservadora. El conservadurismo es como la Santa Compaña, en Madrid se cree que es algo consustancial al pueblo gallego.

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