Caminos para quedarse de piedra
Pocos espectáculos más intrigantes que el de una peña donde la erosión ha labrado a escala gigante la figura humana o una parte de ella. Este tipo de rocas ha dado pie a leyendas que hoy resuenan en los bosques y montañas. He aquí las más curiosas de Guadarrama.
- La Cara de la Pedriza. El laberíntico macizo de Manzanares El Real alberga un montón de pedruscos que sugieren formas humanas: el Hueso, la Muela, el Capuchino, el Indio, los Guerreros, el Pollastrón... Más ninguno que produzca una ilusión tan perfecta como la Cara, peña de 15 metros de altura cuyo perfil, visto a contraluz, semeja el de un varón. Se halla en la Pedriza Anterior, a un kilómetro al noreste del Yelmo, casi al final de la empinada cuesta subiendo desde el collado de la Dehesilla. Su silueta se recorta sobre las aguas del embalse de Santillana. Para ello, deberemos seguir la Excursión por el museo granítico de la Pedriza, una vuelta alrededor del Yelmo de cuatro horas que se describe en www.sierraguada-rramamanzanares.org. Información y rutas gratuitas con guía, en el centro de educación ambiental de Manzanares (91 8539 978), junto al control de acceso a la Pedriza.
- El Fraile de las Machotas. En el término de Zarzalejo, sobre la más alta de las dos Machotas (1.461 metros), aparecen desperdigadas grandes piedras caballeras de formas caprichosas y nombres elocuentes: la Bola, el Badajo, el Gigante Mudo... Sobre todas ellas, descuella el Fraile. En este canchal cimero hay una vista excepcional de todo el Guadarrama, con el robledal de La Herrería y el monasterio de San Lorenzo de El Escorial en primer y segundo término, respectivamente. Y hay un buzón de montaña donde cada quisque puede dejar escritas sus impresiones del paisaje. Se llega en poco más de una hora paseando desde el puerto de la Cruz Verde, tal como se cuenta en www.la-almenara.com. Más fatigosas, pero también más interesantes, son las rutas que parten de pueblo de Zarzalejo (www.trotamontes.org) y de San Lorenzo de El Escorial (www.azcola.arrakis.es), ésta con el aliciente de que se regresa por la calzada romana de las Machotas.
- La Mujer Muerta. La leyenda asegura que cuando Hércules vino a fundar la ciudad de Segovia, lo acompañó Apolo, que se enamoró de una princesa serrana a la que su padre, el celoso rey, prefirió estrangular antes que verla gozar en las del dios. Apolo, para nunca olvidarla, pidió a Hércules que esculpiera la figura de la difunta en la cresta del Guadarrama. Tal fue, según la imaginación popular, el origen de la Mujer Muerta, estribación norteña de la sierra cuyas tres principales alturas -la Pinareja, la peña del Oso y el pico de Pasapán- semejan, vistas a distancia, una dama yacente envuelta en un sudario. Para llegar a ella, la opción más interesante es una travesía desde el puerto de Navacerrada hasta la estación de El Espinar, pasando por el puerto de la Fuenfría, los collados Minguete y de Tirobarra, la cuerda de la Mujer Muerta y el área recreativa La Panera. En www.andarines.com dan los pormenores de este exigente itinerario de 25 kilómetros -entre ocho y nueve horas de duración-, que puede hacerse en un solo sentido gracias a que empieza y finaliza en sendas estaciones de tren.
- El Cojón de Pacheco. Se cuenta que el tal Pacheco era un fanfarrón de Valsaín que se jactaba de amar cada noche a varias mujeres y al que sus vecinos, en plan de chacota, dedicaron esta peña de las inmediaciones de la Boca del Asno, un testículo berroqueño de cinco metros de diámetro. Se accede en media hora caminando desde el kilómetro 126,7 de la carretera que baja del puerto de Navacerrada a La Granja (CL-601). Allí nace una pista forestal que asciende bordeando los lanchazos graníticos de Peñas Perdigueras y lleva al claro de Vado Zarzón, donde confluyen varios arrastraderos de pinos. Trepando por el que queda más a la izquierda, se arriba a la roca de Pacheco.Más detalles en www.excursionesysenderismo.com.
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