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Portugal espera la petición española para extraditar al detenido

Sonriente y ataviado con su chillón chándal azul eléctrico, Jaime Jiménez Arbe fue conducido la noche del martes, escoltado por cuatro coches, a la prisión de la Policía Judicial de Coimbra. Allí durmió por segundo día consecutivo, pero no es seguro que se quede mucho tiempo. Aunque el penal de Coimbra es de alta seguridad, las autoridades penitenciarias podrían trasladarlo a otro de máxima vigilancia para que pase allí los próximos tres meses.

En el sistema penal luso, los jueces deben decidir antes de 90 días si prolongan la prisión preventiva de un acusado o lo ponen en libertad. La hipótesis de que El Solitario sea liberado "no es previsible, pero tenemos que ser muy cautelosos porque la decisión compete al juez", dicen fuentes policiales. Es por eso por lo que España se apresurará a emitir un mandato europeo de extradición contra El Solitario por los delitos, mucho más graves, que se le imputan allí.

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Ayer, el fiscal general, Cándido Conde-Pumpido, confirmó en El Escorial que se instará cuanto antes esa euroorden a través de la Fiscalía de Navarra, comunidad en la que El Solitario asesinó presuntamente a dos guardias civiles. Pero el fiscal no descarta otras dos medidas: pedir una entrega temporal del detenido para abrirle ya diligencias en España, antes de que juzgado en Portugal, o pedir incluso una cesión de jurisdicción, como ya se ha hecho en el caso de algún etarra detenido en Francia, para que sea juzgado en Madrid por todos los delitos, incluidos aquellos que se le imputan en Portugal: posesión ilegal de armas, uso de matrículas falsas y tentativa de atraco.

Actitud cambiante

Si España pidiese la extradición, opción que las autoridades portuguesas consideran la más probable, Portugal no pondría problemas para mandar al atracador de vuelta a España. "Igual que la colaboración policial es excelente, la cooperación entre los jueces y fiscales españoles y el ministerio público portugués será estrechísima", promete un alto responsable policial. Mientras ese momento llega, los agentes que vigilan al atracador siguen con curiosidad la "cambiante actitud" que ha mostrado desde que fue detenido. Después de no abrir la boca durante las más de tres horas que duró su declaración ante el juez de Figueira da Foz, El Solitario pidió a los policías que le escoltaban una tela para taparse la cabeza y esconderse de los curiosos y los periodistas que esperaban fuera. Un inspector le dijo que "el criminal más famoso de España" no podía salir tapado como un cobarde. "Tenéis razón", contestó, "voy a salir ahí a cara descubierta y a decir que soy El Solitario". Después, desafiante y chulesco, sonriendo a cámaras y mirones, espetó su ya célebre "Hola a todos. Soy El Solitario. Salud, españoles".

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