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Crítica:LIDIA | La Monumental
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Orejas cortadas y orejas perdidas

Último cartel del mes de julio en Barcelona, en el que los tres diestros repetían actuación. Con el primero de la tarde un bonito castaño, Finito de Córdoba muleteó con más sentido de la estética que acoplamiento. Se echó fuera a la hora de matar, lo que no consiguió hasta el cuarto intento. El jabonero cuarto fue muy bien recogido por el sabio capote de Juan Montiel, que llevó el peso de la lidia en los primeros tercios, ante la inoperancia de Finito, que con la muleta extremó las precauciones ante una res que ofrecía un cierto peligro, defraudando de nuevo la confianza que en él tiene depositada la empresa, que por algo son sus apoderados. Otra vez se echó fuera a la hora de matar lo que realizó de forma excesivamente precavida. Se aplaudió al toro en el arrastre para molestar al torero.

Domecq / Finito, Cordobés, Castella

Toros: Cuatro de Juan Pedro Domecq y dos, 5º y 6º, de Parladé. Desiguales de presencia, de juego deficiente los de Domecq y buenos los de Parladé. Finito de Córdoba, silencio y pitos. El Cordobés, ovación y oreja. Sebatián Castella, aplausos tras aviso y ovación tras aviso. Plaza Monumental. Barcelona, 22 de julio. Más de media entrada.

El segundo manseó de salida y se dolió en banderillas. El Cordobés le plantó cara en el último tercio y prácticamente lo metió en la muleta sin refugiarse en ningún momento en sus habituales recursos efectistas. En el quinto se le agradecieron los deseos de agradar con el capote, brindando su faena al público e intentando levantar la tarde, a lo que colaboró el buen toro de Parladé, que permitió ver la mejor cara de El Cordobés, que toreó templado y mandón por ambos pitones. Hasta tuvo el buen gusto de no hacer el salto de la rana. Estocada entera y certero descabello recibiendo como justo premio una oreja.

Castella, ante un ejemplar de gran presencia inició la faena al tercero sentado en el estribo, pero el animal, serio y poco franco, no inmutó a Castella, que estuvo sereno y valerosos con él, intentando un lucimiento imposible y fallando de nuevo como sucediera el domingo pasado con el estoque. Brindó también al público la faena al que cerró plaza, que inició muy toreramente por bajo, siguiendo con un toreo templadísimo, ligado y de mano baja, siempre con su sereno valor y su gran quietud. Pinchazo y estocada baja dejaron todo en una fuerte ovación, recogida desde los medios, esfumándosele de nuevo un triunfo de puerta grande.

Es una lástima que a Catella se le hayan evaporado en dos domingos consecutivos, cinco o seis orejas, pero su torería y su valor permanecerán en el recuerdo de los aficionados.

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