_
_
_
_
Crónica:DEPARTAMENTO DE INTERÉS URBANO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un pirata coreano en el canal 40

Coral la vidente. Zap. Una señorita frotándose un teléfono en el trasero. Zap. Otra, vestida, ofreciendo una tostadora si adivinas de qué color es el caballo blanco de Santiago. Zap. Un videoclip de 1991. Zap. Un "xco d 30 k bsca xclavas en Mstoles". Zap. Más allá del botón 6 del mando, la tele madrileña es una selva de interferencias; un batiburrillo de charlatanes, porno y modestos programas locales. Zap. Un chino hablando sobre los boinas verdes.

En la pantalla Hoon Cho, coreano de 52 años, explica que el Ejército estadounidense usa acupuntura para curar esguinces. Para ello invierte 25 minutos. Incluye explicaciones como: "los boinas verdes se llaman así porque llevan un sombrerito redondo que es verde" o "en paracaídas aterrizas de cualquier manera y el capitán malo te sacrifica si te tuerces un tobillo, oy, oy, oy, ¡qué bruto!". Pone voces, hace metáforas hilarantes, se parte de risa. Se va por las ramas hasta el paroxismo, pero hay algo hipnótico en sus divagaciones improvisadas. "Todo automático, no preparo nada, me grabo sólo; es una nueva forma de hacer televisión", dice Cho, que define su estilo como "monodiálogo". Le pueden ver, con algo de nieve, en el canal 40 del UHF, si viven cerca del piso de la Gran Vía desde donde emite.

Duson TV lleva 12 años en antena y pertenece a Golden Clover, una fundación sin ánimo de lucro de medicina natural. Cho recibe en el pisazo de Gran Vía mientras ve Los Lunnis y fuma. Repeinado con gomina, camisa y chaleco, anillos, reloj de oro y chancletas. El piso está manga por hombro. Pilas de papeles, muebles destartalados donados por los vecinos, cables por todos lados. Hay un pasillo lleno de cintas de vídeo, una sala de edición con siete ordenadores, otra con la emisora. Le han colocado un ventilador de los setenta para que no se caliente. Repartidas por la casa, 27 cámaras mini DV duermen enfundadas sobre trípodes porque hace dos años que aquí no se graba nada en directo.

Cho tiene un problema: en el canal 40 también emite La Otra de Telemadrid. Cho lleva más de dos años litigando. Según él, en 2005, la Comunidad le cortó los cables de la antena que tenía en un edificio de O'Donnell para invadir su frecuencia. Alega que le discriminaron por ser "un chinito que habla mal español". A la semana volvió a emitir desde Gran Vía, "¡Sorpresa!, soy un chino con recursos", dice.

El Tribunal Superior de Justicia de Madrid falló a su favor en 2006 anulando el cierre porque no había "motivación explícita" para coartar su libertad de expresión. El texto subraya que Duson TV llevaba años emitiendo a sabiendas de las autoridades. Éstas no piensan lo mismo: "En lo único que Cho se llevó el gato al agua fue en un mero formalismo", dice Salvador Victoria, secretario general del Consejo de Gobierno de la Comunidad. Esgrime que la sentencia también dice que Duson TV nunca tuvo licencia ("¿Y quién la tiene?", dice Cho) y que no existió "el espurio propósito" de cerrarla para colocar La Otra. También que de discriminación por coreano, nada. Ambas cadenas siguen emitiendo a codazos, viéndose indistintamente (mal). El fárrago legal sólo deja claro que en esto de las teles locales analógicas (en Madrid, unas 40) lo que prima es la nieve. Victoria describe su tarea como "un lío considerable": "Si por mí fuera todas las piratas podrían expresarse, pero desgraciadamente las frecuencias son limitadas".

Cho es un pirata renqueante en un mar catódico que se complica con el apagón digital previsto para 2012. Victoria lo llama "el encendido", y prevé que la tele normal coleará durante años, "como el VHS". El acupunturista también está en los tribunales contra el concurso digital; dice que no tuvo en cuenta la antigüedad de las emisoras. Cho está "cabreado". Le gustaría "hacer tele menos cutre", poner conciertos de Alejandro Sanz, emitir desde el barco que tiene en Ibiza... Pero tiene toda la pinta de que va a perder la batalla. "Hay un dicho en Corea", explica: "Si cura un solo paciente, un médico ya ha cumplido. Si llego a un solo espectador, me contento".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_