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Crítica:MÚSICA POPULAR | Pascal Comelade | Grec'07
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mucho más que un piano de juguete

Hay conciertos que, independientemente de su calidad musical, generan en los asistentes sensaciones de desazón y tristeza o de simple indiferencia emocional. Otros, en cambio, transmiten una incuestionable sensación de optimismo. El de Pascal Comelade en el Teatre Grec fue un claro ejemplo de optimismo contagioso y, además, fue un concierto musicalmente irreprochable.

En la noche del pasado miércoles el pianista de la Cataluña francesa debutaba en el festival veraniego. Entraba por la puerta grande, que significa actuar en el anfiteatro de Montjüic, y salió, como quien dice, en hombros. El Grec se llenó y el público, a tenor de sus reacciones espontáneas, se lo pasó en grande. El de Comelade y sus amigos fue un concierto magnífico y, además, muy optimista, de los que transmiten alegría.

Pascal Comelade afirma que la suya es la música popular instrumental de toda la vida para silbar en el lavabo. Seguro que esa noche muchos de los asistentes se marcharon a casa silbando alguna de sus melodías o, como mínimo, llevándolas en la mente.

Sobre el gran escenario del Grec no se había previsto ningún tipo de escenografía. Simplemente los siete intérpretes con sus instrumentos y la roca como telón de fondo. Aparentemente un escenario muy grande para tan poca cosa, pero aparecieron los músicos, comenzaron a tocar y la grandiosidad del escenario se quedó pequeña. Como por arte de magia y algo de eso hubo porque Comelade es un mago en el momento de convertir pequeñas cosas en enormes sensaciones. Todo el concierto siguió esa norma: melodías simples que iban evolucionando hasta convertirse en interpretaciones de una densidad y riqueza tonificantes.

Comelade alternó el piano de cola y el piano de juguete al igual que alternaba todo tipo de estilos musicales: del valset de envelat a Kurt Weill. A su lado el poeta Enric Casasses añadió un toque dramático a muchos temas y el siempre sorprendente Pep Pascual levantó al público de sus asientos con espectaculares solos de trompetilla de feria, sonajeros, cañitas recortadas con unas tijeras y envases de detergente (también tocó, por supuesto, el saxo tenor, el clarinete y la tenora): el mundo del juguete convertido en un mundo serio y llenando de color unas interpretaciones de una seriedad pasmosa.

Si todavía era necesario demostrarlo, el paso de Pascal Comelade por el Grec dejó bastante claro que en su propuesta hay mucho más que un piano de juguete.

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