"El nacionalismo económico se resiste a desaparecer"

Eudald Canadell ha hecho carrera en el extranjero. Hace 25 años que apenas pisa su pueblo, Castellfollit de la Roca, un municipio milagrosamente colgado de lo alto de una montaña. A caballo entre París y Londres, Canadell ejerce como director general de índices para Europa de Standard & Poor's. Habla de tendencias en su sector: "Índices temáticos, para inversión islámica, por ejemplo; mercados emergentes, y productos en sectores punteros". Y opina también sobre la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), por la que pasó antes de trabajar en IOSCO, la organización internacional que agrupa a los supervisores bursátiles: "No sé en qué medida ha sufrido su prestigio. Pero el cambio en el método de nombramiento del presidente es discutible. Si al final lo elige el Parlamento no hay diferencias respecto al modelo anterior: se trata de una elección política, que al fin y al cabo es lo que sucede en todo el mundo".

"El sistema de nombramientos de la CNMV que funcionaba hasta ahora no era malo; al fin y al cabo es lo que sucede en todo el mundo"

Pregunta. En el S&P 350 -indicador que agrupa a 350 grandes firmas europeas- hay una quincena de empresas españolas. Dada la pujanza de algunas compañías del Ibex, que han protagonizado grandes compras en Europa, ¿el índice va a recoger ese fenómeno?

Respuesta. Los criterios de inclusión de empresas en el índice no son tan automáticos como la capitalización o la liquidez. Los índices están concebidos para ser la base de productos de inversión, y eso lleva a minimizar los cambios para facilitar el trabajo de los gestores. No se han producido variaciones tan estructurales como para que se incorporen más empresas españolas. Pero eso puede cambiar en el futuro.

P. ¿Cuáles son las principales tendencias en los índices?

R. El grueso de la inversión sigue concentrado en mercados importantes y en empresas de alta capitalización. Pero los inversores institucionales y las grandes fortunas, e incluso los pequeños inversores, están atentos a las novedades: índices temáticos, por ejemplo para las inversiones islámicas; índices para mercados emergentes (Brasil, Rusia, India y China) y productos para sectores punteros: energía limpia, renovables e infraestructuras.

P. Algunos gestores de índices critican que los productos nacionales -el Ibex español o el Dax alemán, por ejemplo- se quedan estrechos. ¿Es así?

R. El espacio relevante para España es ahora la zona euro. Si hay movimientos en el sector energético, es evidente que ya no se puede mirar a un solo país. En ese sentido tal vez algunos índices sí tengan problemas. Pero por razones de proximidad, de conveniencia o regulaciones específicas que imponen cierto proteccionismo (como fondos de pensiones que tienen que invertir en el país para obtener beneficios fiscales) siguen teniendo vigencia.

P. ¿Sigue siendo el nacionalismo económico uno de los males endémicos de Europa?

R. Existe, eso está claro. Se ve a diario: en operaciones del sector financiero en Italia, el sector energético en España... Tal vez haya menguado respecto a otras épocas, pero se resiste a desaparecer. La realidad es ésa, y los agentes económicos tienen que adecuarse a ella. Para lo demás está la política.

P. ¿Influyen las diferencias de regulación de cada país?

R. En realidad no hay diferencias legislativas notables: en Europa, se trata de una cuestión de grados. También es importante la actitud de los supervisores: eso siempre imprime carácter.

P. ¿Cómo se percibe en el exterior la crisis que ha vivido la CNMV a raíz de la pugna por Endesa?

R. No sé en qué medida la Comisión ha sufrido o no desprestigio. Pero sí causaba cierta sorpresa en algunos medios internacionales que una empresa pudiera tomar un control tan importante en Endesa sin que nadie se enterara, lo que sugiere ciertas deficiencias en el control de los supervisores o en la propia legislación, que ahora va a cambiar. En lo que respecta al proceso para nombrar al presidente de la CNMV, el sistema que funciona hasta ahora

[el Gobierno lo nombra a propuesta del ministro de Economía] no es malo y además tiene sentido en el marco de las atribuciones del ministro así como del propio supervisor; al fin y al cabo es lo que sucede en casi todo el mundo. Que lo nombre el Congreso en función de un pacto político no soluciona nada y, en todo caso, politiza más a la institución.