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Columna
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'¡Egpaña!'

Me entero en el mismo día -ayer para ustedes- de que: a), Marilyn Monroe era flatulenta, con lo cual no sólo no consiguió ligar con Clark Gable, sino que Gable falleció al poco, de un inesperado infarto; y b), el gas metano que libera una sola y dulce vaca contamina tanto como cuatro coches.

Es como para volverse escéptica.

Pero hete aquí que, hablando de volverse, recupero la fe en lo sólido. Pues volvióse José Bono hacia la política y de nuevo le guiñó un ojillo, con lo que la política se arreboló y se le puso sandunguera. Es un regreso del que yo estaba tan segura que había apostado conmigo misma una mantilla española con su correspondiente peinetona. Y la he ganado. Porque Bono no es sólo un animal político. Es sobre todo un animal patriótico con divisa roja y gualda.

No me faltarán ocasiones para lucir mantilla y peina cuando este hombre de pro salte de nuevo a los ruedos patrios. Si, como dicen, puede aspirar a ser, en el próximo futuro, presidente de nuestro Parlamento, dará gloria escucharle utilizar desde su puesto el fluido verbo con que se adorna, y hasta es posible que, en sus intervenciones, introduzca no pocas ocurrencias y discurrires que harán las delicias de Sus Señorías y de la castigada tropa periodística. Contra la crispación, fino estoque y polvorones. Con sólo imaginar a Bono ahí sentado paréceme que el pupitre de la Presidencia parlamentaria se hace más noble y más mueble y adquiere dimensiones metapatrióticas, añadiendo a su ya de por sí emblemática contundencia democrática un empaque de mantón de Manila por todo lo ancho.

Ha bastado el anuncio. Vuelve Bono. Las tribunas se tribunalizan, los desfiles militares se deslizan, airosos, al son de las marchas inmarcesibles; los pasodobles se convierten en pasotriples entonados por vicetiples; los santos oficios se dominusvobisquean, Julio Iglesias levita dentro de su avión privado y las banderas... Ah, las banderas. Estremecidas, liberan tal cantidad de suspiros de España que cualquier día van a tener que venirse para aquí los científicos que ahora están con lo del gas de esas pobres locas.

Como en una copla, hemos tenido que perderle durante un año para saber lo que nos habíamos perdido. ¡Egpaña!

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