El placer como bien escaso
Los españoles hemos decidido que nuestros antepasados sufrieron mucho y que el placer es un bien escaso. Por lo tanto, nos hemos tirado de cabeza a gastarnos los restos en las vacaciones. Al fin y al cabo el placer es un objeto biológico con efecto placebo. El español con vacaciones se quiere más a sí mismo, a su familia y hasta puede animarse a tener un hijo para pagarse con los 2.500 euros de Zapatero las vacaciones del año que viene. ¿Quién piensa ahora en la hipoteca, el euribor y el cambio climático?
Son las diferencias entre las percepciones políticas y el comportamiento de la sociedad. Y si en el conjunto español esa diferencia es notable en el mapa valenciano ya es abismal. Pienso que solo Camps es consciente de que el 27 de mayo ganó las elecciones y hay que actuar en consecuencia. Porque en el PP todavía están con el reparto de la tarta, aunque hayan cambiado los protagonistas. Menos para los propagandistas y más para los ortodoxos. Más poder central y menos en la periferia. Y en el PSOE todavía están con el discurso de la fracasada campaña, mientras aclaran si el cese de Sevilla es porque se va al paro o para cargarse a Pla. Ya ven. Y mientras tanto la gente haciendo cola para conseguir una ampliación del crédito y gastarse 2.000 euros de media en las vacaciones, salga septiembre por dónde sea.
¿Estamos por cuidar el entorno o por cuidarnos a nosotros mismos? ¿Tenemos la renta familiar agobiada o todo es un truco político? Los graves problemas de esta nación de provincias son la productividad, las infraestructuras y la cosa de la vivienda. Pero de verdad lo que nos interesa es el tráfico, los conflictos con los vecinos y la contaminación que generan los demás. Por eso dice Tim Harford que una cosa es hablar de la economía con precio y la economía sin precio. Lo que gasto en mi placer no tiene precio, por eso nos llenamos de créditos para ir de vacaciones. El impacto ambiental, alquilar una casa o viajar en autobús es caro porque no nos da placer. Y yo valgo mucho para no disfrutar de la vida.
Ese efecto placebo es el que moviliza nuestras decisiones. Lo importante es que Bancaixa sea superaccionista de Iberdrola, con José Luis Olivas sentado en un consejo de administración más. Lo de menos es el efecto instrumental de esa inversión. Lo lógico hubiera sido que Bancaixa hubiera reforzado la cartera de acciones de sociedades valencianas dedicadas a la energía. Al fin y al cabo no creo que desde ese puesto en el Consejo de la empresa vasca pueda forzar mejor inversión en la subestación de Patraix, por ejemplo. Eso sí. Se permitirán el placer de generar plusvalías para la entidad financiera, cuestión que da mucho gasto y sale en los papeles.
Hay que valorar en mucho lo que uno es y lo que uno tiene. Eso lo han aprendido de inmediato las casas de coches. Ya no compras velocidad, diseño o un color. Compras emociones. Un lema que, por ejemplo, no encuentran los promotores inmobiliarios. Tan ciegos se han puesto de vender sobre planos que han olvidado que comprar una casa siempre ha sido un motivo de orgullo para el español medio. ¡Por fin tenemos casa! decía Alfredo Landa.
Pero es algo que no percibe la clase política. Como mucho lo dejó sobre el tapete el presidente Camps y los blandieron Rita Barberá y Alberto Fabra. La pasión por ser valenciano o de Castellón. Alperi no estaba para vanidades. Por eso cosecharon millones de votos del placer escaso. Mala cosa si para las generales Zapatero, Sevilla (¿), Pla (¿?) y su gente no ofrecen más placer que Camps y Rajoy. Y por ahora ya saben que el cielo es propiedad de la derecha. Tanto que Sarkozy pondrá a cuatro euros la visita al médico y no pasará nada. A los franceses les han prometido el cielo. Y Zapatero solo promete 2.500 euros por hijo, que es casi lo mismo que valen unas vacaciones. Como los inmigrantes no tienen vacaciones tendrán hijos y cobrarán los 2.500 euros. Muchos miles de 2.500 euros.
www.jesusmontesinos.es
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