Alcor crece a la sombra de Casa
El grupo ha pasado de fabricar sólo piezas a hacer estructuras aeronáuticas
Como una sombra, el grupo Alcor ha pasado de mero proveedor de Gamesa Aeronáutica (hoy Aernova) a competidor. De hacer piezas a suministrar estructuras para Casa, Airbus o Embraer. A las 11 plantas de Álava, Navarra y Andalucía, en breve se les sumará otra en Brasil. En 2006, la facturación fue de 60 millones de euros y el beneficio antes de impuestos de 2,5 millones, pero es insuficiente. "Ganamos dinero y podemos ganar más, pero necesitamos más fondos para financiar el crecimiento que esperamos", asegura Gaizka Grajales, presidente del grupo.
"Nuestro crecimiento futuro se tiene que sustentar en la fibra de carbono y en montajes asociados a este material", dicen en la empresa
Los ambiciosos planes del grupo Alcor requieren de la financiación de un nuevo socio que permita sostener su fuerte crecimiento
Los planes del grupo Alcor son ambiciosos pero necesitan de un socio financiero. Los tres principales accionistas, los fundadores, el presidente y dos consejeros, Jesús Hinojal y José Ramón Mangada, no tienen capacidad suficiente para realizar su sueño de multiplicar por cuatro las ventas hasta 2011 y generar crecimientos del Ebitda (beneficio bruto de explotación) del 13% anual. En 2006 fue de 6,726 millones de euros.
La aventura necesita de un socio financiero, de una firma de capital riesgo. Desde 2002 el cuarto socio de Alcor es el fondo Sustapen, creado por el Gobierno y las cajas vascas para apoyar proyectos en crecimiento. Pero quieren algo más. "Otro socio para soportar el crecimiento", dice Grajales.
Su idea es buscar a un compañero que apoye su crecimiento en tecnologías y nuevas plantas en España y Brasil, y que tenga voluntad de permancecer cinco años en Alcor. Creen que el sector aeronáutico va a crecer "como nunca". "Las oportunidades pasan una vez y si no estamos preparados, quizás no vuelvan", señala Grajales.
Alcor nació en 1994 con la compra de una pequeña empresa de automoción en Vitoria (Saljoar). Como en Gamesa Aeronáutica, el automóvil fue la puerta a la aviación y el mismo año se fundó SK10, dedicada a la fabricación de componentes y al montaje. Las dos actividades se mantienen, pero la primera supone un 35% de las ventas de sus plantas de Vitoria y Pamplona y el porcentaje seguirá cayendo. El principal desarrollo se prevé en aeronáutica.
Los mayores hitos en su crecimiento fueron la creación de la ingeniería Idec en 1996, centrada en fibra de carbono, y la ruptura ese mismo año de la dependencia exclusiva de Gamesa al adquirir una planta de Casa, en Getafe, de elementos mecánicos. La entrada en contacto directo con el mayor fabricante español aeronáutico cambió totalmente sus objetivos.
"Entramos en la fabricación de estructuras gracias a una invitación de Casa para participar en el C295. Aprovechamos el reto para reconvertir las plantas de Vitoria y en 2003 creamos SK10 Andalucía, en Puerto de Santa María (Cádiz)", dice Grajales. Andalucía ha sido clave. No sólo por la entrada en más programas de aviones de Casa a riesgo compartido, sino por la oportunidad de seguir creciendo. La Junta de Andalucía le ha señalado como empresa tractora del sector y en 2004 llamó a su puerta para salvar TGA, que fue reconvertida en SK3000, con sede en Sevilla.
Casa abrió así la puerta a Alcor en Airbus para quien fabrica, entre otras partes, el cono de cola y las trampas del tren de aterrizaje del A380, el superjumbo, o los timones y trampas de aterrizaje del A300/310. Pero el "salto cualitativo" se dio en 2006 con un contrato con la brasileña Embraer para fabricar el cajón central donde se encaja el ala y las puntas de las alas; un producto que se realizará entre Vitoria y Sevilla.
"Nuestro crecimiento se tiene que basar en la fibra de carbono y en montajes asociados", dice Grajales. El grupo se ha planteado un plan hasta 2011 sustentado en tres pilares: ingeniería, dimensión y músculo financiero. La búsqueda de un socio, de una firme de capital riesgo, va acompañada de un desarrollo tecnológico y de la voluntad de duplicar la actual plantilla, 800 personas, en tres años.
Para su implantación en el exterior cuenta con un país objetivo: Brasil. Primero desde la aeronáutica. La instalación aseguran que no lleva aparejada de salida un contrato, pero están convencidos de que grupos como Embraer necesitan proveedores de calidad cerca y que los pedidos saldrán. "Queremos ser líderes", dice Grajales. Esta primera inversión servirá también para que el área de automoción también pruebe fortuna en Brasil, una potencia mundial en el sector del automóvil.
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