_
_
_
_
Reportaje:

Otro uruguayo funesto

Castillo, mexicano de origen charrúa, hunde al Brasil de Dunga

Diego Torres

Hay destinos que escapan a la voluntad de los hombres. Nery Alberto Castillo pudo elegir ser uruguayo, griego o mexicano. Los papeles de la FIFA dan testimonio documental de su inclinación por la selección de México en marzo de 2007. Sin embargo, sus actos revelaron que comparte la estirpe de Alcides Ghiggia. Igual que hizo el extremo de Uruguay en 1950, el miércoles Castillo metió un gol que recordó a Brasil que puede ser muy vulnerable.

No fue el Maracanazo. Pero fue la primera derrota de la selección que dirige Dunga. Ocurrió en una noche de calor bochornoso, en el estadio Cachamay de la ciudad de Puerto Ordaz, en la orilla del Orinoco. Cacho levantó la pelota sobre la defensa brasileña y Castillo la recibió entrando al área. Le hizo un sombrero a Juan, regateó al portero, Doni, y disparó sobre la llegada de Alex, que no pudo cerrar. Lo hizo en tres toques y dos segundos. Un gol soberbio que Hugo Sánchez celebró en el banquillo de México con una discreción extraña. La propia de un entrenador cuando su jugador más díscolo le hace una demostración de poderío.

Dunga aseguró que el gol "es un detalle", la misma coartada qeu su predecesor, Parreira

Brasil tardó en recuperarse del golpe. En medio del aturdimiento le cayó otro gol. Cuando reaccionó fue demasiado tarde. México se impuso por 2-0 y dejó al equipo de Dunga sumido en la incertidumbre. Las palabras alentadoras del seleccionador brasileño tuvieron la resonancia de un artificio. "Creamos muchas ocasiones", dijo; "hemos hecho unos 30 minutos finales muy buenos y hemos tenido oportunidad de marcar muchos goles. En el fútbol lo importante es generar situaciones. Nos ha faltado definirlas".

Como su malogrado predecesor, Parreira, el entrenador de Brasil aseguró que el gol "es un detalle". La coartada de Dunga no era nueva y el séquito de periodistas que acompaña a la selección se lo recordó. Después de 15 años con una superpoblación de pegadores, el equipo parece sufrir una especie de agotamiento. Si meter goles es superfluo, también lo fueron Ronaldo, Romario, Roberto Carlos y Rivaldo. La época de los grandes definidores parece haber llegado a su fin en Brasil. La necesidad de emplear a Robinho casi como punta reveló este déficit. "Yo estoy acostumbrado a jugar más atrás", se disculpó el madridista después del partido; "pero estoy al servicio del técnico".

La jerarquía de los goleadores de Brasil no asombra: Afonso marcó 34 goles en 34 partidos, pero en el Heerenveen; Wagner Love, que ayer hizo pareja con Robinho, destaca en el CSKA de Moscú; y Fred es el goleador del Lyón. Ninguno juega en un gran campeonato.

Castillo tampoco proviene de una Liga fuerte. Tiene 23 años y desde los 16 milita en el Olympiakos. Nació en San Luis Potosí, en México, en el seno de una familia de emigrantes uruguayos. Su padre era futbolista en el Atlético Potosino. Al regresar a Uruguay entró en las categorías inferiores del Danubio. El Manchester lo quiso fichar en 2000, pero las exigencias legales inglesas respecto de los menores de edad extranjeros frustraron la operación. Desde entonces se ha convertido en la figura del Olympiakos. Sus goles, y cómo los ejecuta, han deslumbrado a la hinchada. Maneja los dos perfiles con la misma naturalidad, tiene una segunda velocidad que sorprende a los centrales y una marcada tendencia a abusar de la gambeta.

Nadie mejor que él para explicar que su ubicación en el campo es un dilema para cualquier técnico: "A mí me gusta jugar libre de 10, o arriba, libre. Me gusta correr, andar con la pelota. Andar libre. Jugando libre puedes estar de delantero, de 10, por la punta izquierda, derecha...".

Su acento uruguayo es inconfundible, pero eso no es lo esencial. Que no sepa el himno mexicano es irrelevante. También lo es que haya renunciado a jugar con Uruguay porque se sintió despechado cuando no lo llamó la selección juvenil: "Perdí la ilusión", dijo. Aunque Paco Casal, el mandamás del fútbol charrúa, no le haya dado su aprobación, ni sea su representante, Nery Alberto Castillo hace honor a su sangre. Ayer, junto al Orinoco, asumió a la perfección el papel de los uruguayos funestos. Brasil los conoce bien.

Resultados: Grupo B. Ecuador, 2; Chile, 3. Clasificación: 1. México, 3 puntos. 2. Chile, 3. 3. Ecuador, 0. 4. Brasil, 0. Hoy, jornada de descanso.

Hugo Sánchez, durante el partido contra Brasil.
Hugo Sánchez, durante el partido contra Brasil.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_